viernes, 22 de enero de 2010

Índice - Aquí No Hay Quien Haga Magia

Índice de Aquí No Hay Quien Haga Magia

Capítulo 1: Nuevo Profesorado

Capítulo 2: Cubatas, Pijadas, Plumas y Más

Capítulo 3: El Nuevo Integrante del RPI y la Resurrección de Paloma

Aquí No Hay Quien Haga Magia - Capítulo 3

Aquí no hay quien haga magia

Aviso: Ni los personajes Harry Potter ni los de Aquí No Hay Quien Viva son míos, sólo los tomo prestado sin animo de lucro.
Nota: Las palabras en cursiva son pensamientos, cambio de escena, flashbacks, etc.

Capítulo 3- El nuevo integrante del RPI y la resurrección de Paloma.

00:01, una cueva extraña en un lugar extraño.

Dos figuras masculinas charlaban en la profunda oscuridad de aquella noche sin luna. (Me ha salido para un best seller, ¿eh?)
- Es un placer conocerle, señor Ryddle.
- Por favor, llámeme, simplemente… ¡¡¡LORD VOLDEMORT!!! ¡¡¡MUAJAJAJAJA!!!
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Vale, señor Lord Voldemort.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¿Cómo hace eso?
- ¿El qué?
- Lo de los truenos, las bombas, los gritos y los perros.
- No se a que se refiere, señor Álvarez.
- ¿Cómo que no? Escuche. Lord Voldemort.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Aaah, eso. Lo hago desde pequeñito. Es fácil. Pruebe.
- Haber, haber –Carraspea-. Rafael Álvarez.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¡Hala! ¡Me ha salido! Bueno, a lo que estamos. Usted se encarga de Dumbledore y los suyos y yo me encargo de los profesores.
- ¿Puedo preguntarle como lo hará?
- Una de las profesoras es mi hija, y puedo disuadirla para que abandone el colegio con los otros profesores.
- ¿Usará la maldición Imperios?
- No, les ofreceré un falso viaje a las islas Fijis. No se resistirán.
- Ha sido un placer hablar con usted, señor Álvarez.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Lo mismo digo, señor Voldemort.
Se oyen truenos, bom…
- ¡A callar ya! ¡Que hay gente intentando dormir!
- ¡Vale señora! Bueno, ya nos veremos.

Mientras, en Hogwarts, exactamente en el dormitorio de Harry, Ron, Dean y Seamus.

Ese curso, extrañamente, a Neville no se le había visto un pelo. En su lugar estaba una especie de criatura con la cara llena de espeso pelo negro empeñado en que era Neville y un no-se-sabe-qué de que los profesores le habían usado en los experimentos de-no-se-qué. Tonterías, vamos.

- ¡De vedad que soy Neville!
- Cállate, bicho raro. El auténtico Neville tenía menos pelos que un delfín.
- Además intentamos dormir.
El bicho feo salió llorando de la habitación.
- Al fin podremos dormir. –Dijo Ron. Se equivocaba.

A los cinco minutos.

- ¡Eh, Potter!
Harry se levantó sobresaltado por la voz que venía de… ¿fuera?
- ¿Pero que…? –Se asoma a la ventana y ve a Draco asomado a una ventana en el piso inferior- ¿Qué demonios quieres?
- Cotilleos, prensa rosa, amarilla y de todos los colores, trapos sucios, ya sabes, esas cosas.
- ¿Por qué crees que yo tengo de eso? ¿Y para qué lo quieres?
En la misma ventana que Draco se asomó la profesora Marisa.
- Para pasar su examen del RPI, ¿para qué si no?
- ¿RPI?
- Mira, Draco, y toma ejemplo. ¡Potter! ¿Tú eres virgen?
- ¡Profesora! ¡Eso es privado!
- ¡Ajá! ¡Lo confiesas!
- ¡No, señora, no he confesado nada!
- ¡Vamos, Potter, que no te de vergüenza!
- ¡Cállate, Draco!
- Vamos a por la otra, la sangre sucia, Draco, que este es un egoísta que no quiere compartir sus intimidades.
- Potter, eres un egoísta.
- Ay, Señor, Señor.
- ¡Draco, corre, que viene el Cuesta!

A las 7:30, en el despacho del director.

El profesor Cuesta estaba reunido con los demás profesores, los cuáles estaban de pié delante de la mesa del director, el cual estaba sentado en su sillón más chulo que un ocho.
- He convocado esta reunión –Empezó el profesor Cuesta- a petición de Emilio. Al parecer tiene una queja.
- Más bien dos. Primero; yo sólo no puedo limpiar el castillo entero, ¡quiero un ayudante! Y segundo, ha llamado doña Paloma, que dice que viene a pasar un tiempo aquí con los niños.
Al oír esto, Isabel se puso de los nervios, ya que ella es la amante del señor Cuesta.
- Haber, Emilio –El profesor Cuesta estaba igual de nervioso-, ¿porqué no llamas a Belén para que te ayude a limpiar? ¿No está en paro?
- ¡Es verdad, voy a llamarla ahora mismo!
Isabel se levantó y fue dónde el director.
- ¡Pero Juan! ¿Paloma no estaba en coma?
- Despertó ayer, se me olvidó comentarlo.
- ¿Y qué haremos ahora?
- ¡Pues tirarla por la ventana otra vez! ¡Y luego lo celebramos con Chinchón!
- ¡Marisa, por favor! Bueno, ¿alguien tiene algo que decir?
Mauri levantó la mano.
- Dime, Mauri.
- Yo también quiero un ayudante. No puedo contar con Emilio para las demostraciones y si no tengo demostraciones los niños no aprenden.
- Vale, puedes llamar a alguien para que te ayude.
- ¿Puedo tener dos ayudantes?
- Vale, pero tú cargarás con las culpas si sucede algo
- ¡Qué sí, vale! Bueno, me voy a llamar a Bea.
- Bueno, se da por terminada la reunión.
- Sí, por que ahora tengo clase de herbología con los de sexto.
- Aunque primero tengo que hablar seriamente con usted, Marisa.
- ¿Conmigo?
- ¿Qué hacía usted a medianoche con un alumno por los pasillos? ¿No estará teniendo relaciones con los estudiantes, verdad?
- ¡No digas bobadas, presi!
- Ahora soy director.
- ¡Eso da igual! Además, ese Malfoy es menos macho que Mauri.
- ¡Eh! ¡Que le oigo!
- Mire, Marisa, como le vuelva a ver con un alumno por los pasillos a esas horas de la noche le…
Las puertas se abren de golpe y entra una mujer… como decirlo… “pechugona” con dos niños.
- ¡Cariño! ¡Despierto del coma y resulta que te vas a un colegio de magos! ¡Eso no se hace, Juan! ¡Hombre ya!
- Paloma, cariño, yo…
- ¡Ni yo ni nada, Juan! ¡Y encima me dejas a los niños solos en casa! ¿Y si llegase un atracador?
- Paloma, creo que Natalia es mayorcita para cuidarse ella misma y de su hermano. Creo que…
Mientras Paloma y el profesor Cuesta discutían, Marisa se da a la fuga. En los pasillos se encuentra con Concha y Vicenta.
- El Cuesta casi me pilla. Bueno, me voy, que tengo clase con los de séptimo, que me he enterado que ahí hay dos gemelos que son la bomba haciendo cubatas. Federico y Jorge me parece que se llaman y me han dicho que son hermanos del Ronaldo ese. Vigilad al nuevo, que tiene mucho que aprender.
- Vale.

8:00, invernaderos.

-Hola de nuevo, chicos. Hoy vamos a estudiar las cualidades mágicas de las margaritas silvestres, así que vamos fuera a buscar margaritas. Y espero que no pase un incidente cómo el de ayer. –Mira a Draco y Harry con cara seria.
Cuándo salieron, la profesora los dividió en grupos de cinco y los esparció por zonas.
- ¿Por qué nos ha tenido que poner con esos tres?
Ron estaba apoyado en un árbol junto a Harry mientras se quejaba por que le tocó con Lavender, Parvati y Draco, quienes estaban jugando entre las flores. ¿Hace falta decir a estas alturas que Draco no es muy “machoman” que digamos?
- Bueno –Empezó a decir Harry-, piensa que Hermione está peor.
En otro lado, Hermione intenta sobrevivir a Pansy, Blaise, Crabe y Goyle.
- ¡No huyas, asquerosa sangre sucia!
- ¡¡¡Socorro!!!
De vuelta con Harry y Ron.
- Dime una cosa, Ron, ¿a ti te gusta Lavender?
- Bueno… sí.
Entonces escucharon un murmullo detrás del árbol. Se asomaron y vieron a Draco apuntando algo en un bloc de notas.
- A… Ron… le gusta… Lavender… punto.
- ¡Draco! ¿Qué te crees que estás haciendo?
- Ya que Harry no quiere compartir su intimidad con el RPI, tendré que hacerlo de in fraganti.
- ¿Pero qué es eso del RPI?
- Son las siglas de “Radio Patio Information”.
- ¡Déjate de novelerías!
- No es novelería, es periodismo de investigación.
- ¡Mira, Malfoy, nos tienes hartos! ¡Ron, a por él!
Harry y Ron empiezan a pelear con Malfoy, mientras Lavender lo filmaba todo y Parvati Mantenía el micrófono en alto para captar los gritos de guerra de Harry y Ron y los… chillidos de nenaza de Malfoy.
- Oye, Lavender.
- Dime, Parvati.
- ¿Por qué tu eres la que graba y yo la que tiene que sostener este micro tan pesado?
- Porque sólo sirves para eso.
- Aaaah. ¿Sabes? Si no te conociera creería que te estas metiendo conmigo.
- No digas tonterías.
Entonces llega la profesora Isabel y les para.
- ¡A esto me refería con lo de que no pasara lo mismo de ayer! ¡Parad! ¡Al despacho del director!
- Jo… –Dijeron Harry y Ron a la vez.

En el despacho del director.

Paloma seguía discutiendo con el profesor Cuesta en el momento en el que entraron Harry, Ron, Draco, Lavender, Parvati y la profesora Isabel. Draco estaba llorando como una niña pequeña. Ron, harto, empezó a gritarle.
- ¡Compórtate como un hombre, leches!
- ¡Buaaaa!
Fue entonces cuando el profesor Cuesta se enteró de la presencia del grupito.
- ¿Qué ha pasado?
Cuando Paloma vio a Isabel fue cuando estalló el volcán.
- ¡Tú! ¡Tú me tiraste por la ventana, asesina!
- ¡Socorro, Juan!
- ¡Paloma, por favor!
Harry y Ron miraban la escena con cara de vergüenza ajena.
- Menudo ejemplo dan.
- Si, pero son una buena fuente de información. –Dijo Malfoy mientras apuntaba cosas en el bloc.
- ¿Pero tú no estabas llorando?
- Es verdad… -Guarda la libreta y vuelve a llorar- ¡Buaaaa!
Fue entonces cuando Harry se dio cuenta de que una chica que estaba allí sentada le había estado mirando desde hacía rato.
- ¿Qué miras?
- A ti –Dijo la chica descaradamente- Me llamo Natalia. Soy la hija del director. ¿Tienes algo que hacer el sábado por la noche? –La chica le guiña un ojo, lo que hace que Harry se sonroje.
- ¡Natalia! –La señora Cuesta había visto lo que dijo su hija- ¿Cuántas veces te he dicho que no invites a salir a los desconocidos?
- Paloma, ya seguiremos hablando luego, que me tengo que ir a dar clases.
- Date prisa, Juan. ¡Tenemos mucho de que hablar!

9:00, aula de Historia de la Magia.

La clase estaba llena de maquetas de barcos por todas partes. En el escritorio estaba el señor Cuesta jugueteando con la barita.
- Buenos días, clase. En la clase de hoy de historia de la magia estudiaremos a magos de espectáculos famosos. ¿Alguna pregunta?
Hermione levantó la mano.
- ¿Si?
- ¿No se supone que esos magos son de mentira?
- No todos. Mira a Juan Tamariz.
- ¿Quién?
- El hombre ese del violín, ya sabes.
Hermione se quedó desconcertada, creyendo ese tal Juan Tamariz fue un gran mago que hacía magia tocando un violín. O sea, que se montó su propia película.
- ¿Alguien sabe nombres de magos de espectáculos?
Nadie levantó la mano.
- Vamos, seguro que alguno debéis de conocer.
Nada, que nadie sabía.
- Bien, pues empecemos estudiando a Houdini.
De repente Harry levantó la mano.
- Dime, Harry.
- ¿Es normal que la varita empiece a soltar humo?
En efecto, la varita del señor Cuesta empezaba a echar humo desde la mesa, ¡y apuntaba a Hermione!
- ¡Se ha sobrecalentado! ¡No debí usarla para intentar convertir las escaleras en escaleras mecánicas! ¡Huid, chicos! ¡Huid!
Todos salieron corriendo menos Hermione, que estaba buscando a Juan Tamariz en su libro de magos famosos.
- ¡Hermione, sal de ahí!
- Ahora no, Ron, estoy ocupada.
- ¡Pero estás en peligro!
- Tonterías.
De pronto la varita suelta un rayo de luz morado que da de lleno a Hermione.

10:00 De camino a la torre de adivinación.

Harry y Ron estaban hablando sobre el accidente de Hermione.
- ¿Crees que Hermione estará así para siempre?
- Espero que no.
Hermione se había transformado en una campesina con unas gafas de culo de botella, una boina y un bastón de pastor y decía llamarse Paca.
- ¡Jarri! –Decía ella con una voz muy campurriana y unas paletas enormes- ¿Sabes donde metí el saco papas?
- No, Hermione.
- ¡Y dale! ¡Que soy Paca!
- Si no nos damos prisa no llegamos a adivinación.
- ¡Yo me voy a cuidar las cabra!
- Es verdad, que tú no tienes adivinación.
- ¿Adiviqué? ¿Qué eso?
- Nada, Paca. Nada.
Una vez llegaron a la torre de adivinación, Harry y Ron vieron que la profesora no había llegado. Entonces aprovecharon y se pusieron a mirar a Hermione por la ventana corriendo detrás de unas cabras que no se saben de donde salieron, posiblemente venían incluidas con el conjuro. Estuvieron largo rato mirando las tonterías que hacía Hermione, como intentar ordeñar una cabra con magia, pero lo único que consiguió fue que la cabra se convirtiera en la Pantoja de Puerto Rico. Entonces Ron se dirigió a Harry.
- ¿No se está retrasando un poco el profesor?
- Si, hace media hora que debería haber llegado.
Entonces entró por la puerta, despacito y refunfuñando, una señora mayor con un bastón.
- ¿Quién fue el imbécil que puso el aula tan arriba? ¡De seguro fue ese chorizo! ¡Nos promete unas escaleras mecánicas y no cumple su palabra!
- ¿Es esa la nueva profesora? –Le murmuró Ron a Harry- ¡Pero si es viejísima!
La anciana tomó asiento con gran dificultad y echó una mirada a la clase.
- Buenas tardes –Dijo unos cinco minutos después-, me llamo Concha y seré la profesora de adivinación de este curso. ¡Y advierto que al que se pase un pelo lo lanzo de cabeza por la ventana! Si alguien tiene una pregunta que levante la mano.
Una mano peluda se alzó.
- Dime, cosa peluda.
- ¡Soy Neville!
La clase entera soltó una carcajada.
- ¡Este alumno nuevo es la bomba! –Reía Ron- ¡Siempre empeñado en que es Neville! ¡Jajaja!
La cosa peluda salió llorando del aula.
- ¡A callar!
La clase enmudeció ante los berridos de la señora Concha.
- Mucho mejor. ¿Alguna otra pregunta? ¿No? Pues abrid vuestro libro por la página 362.
Harry levantó la mano.
- ¿Qué quieres? –Preguntó la profesora cansinamente.
- El libro sólo tiene 279 páginas.
- Imposible, el mío tiene 704 páginas.
Ron se acercó al libro de la profesora, que tenía por título algo escrito en español que Ron no entendió y que murmuró por lo alto, pues nunca supo leer en silencio. Pobre criatura.
- Ra… dio… paaa… tiiio…
La profesora se dio cuenta de que Ron estaba husmeando en sus cosas y corrió a regañarle.
- ¡Deja de ser tan coti…! ¡Anda! –Exclamó al ver el libro- ¡Este no es mi libro de adivinación, este es el manual de Radio Patio que le tenía que dar a Malfoy! Entonces, ¿dónde está mi libro?

Mientras, en el pasillo.

Draco tenía en sus manos un libro titulado “Aprenda a leer las cartas del tarot desde casa”.
- ¿Y esto que tiene que ver con Radio Patio? –Se preguntó Draco para sí mismo- ¡Ah! ¡Seguro que es una forma de saber lo que va a pasar y así llegar antes al lugar de los hechos! ¡Toma! ¡Tengo ventaja!
Que equivocado estaba. Pobre diablo.

De vuelta a la clase de adivinación.

- ¡Yo sin mi libro no puedo dar clases –Dijo la señora Concha que parecía estar al borde de un ataque-, y no pienso volver a bajar! ¡Me daría algo!
- ¿Y si tomamos la clase libre? –Ron tenía un brillo de esperanza en sus ojos, pues deseaba salir de esa clase cuanto antes, pues tenía que, digamos, contestar a la llamada de la naturaleza. ¿Me entendéis?
- ¡Si, hombre! ¡Con lo que me ha costado llegar! –Gritó la señora Concha- Todavía me acuerdo de algunas cosas. Veamos, lección primera, “Echar las cartas”. Coged cada uno una baraja de cartas de tarot que hay sobre mi mesa.
Cada uno cogió una baraja y comprobó que eran del tarot. Pero Ron, al comprobar la suya se percato de que las cartas tenían dibujos de espadas, monedas, porras y copas.
- Profe, mis cartas tienen algo raro.
- Son cartas Españolas.
- ¿Y estas también sirven para predecir el futuro?
- Incluso son mejores.
- ¡Toma! ¡Tengo ventaja!
- Antes de empezar os pondré un video de una famosa vidente para que os hagáis una idea.
La profesora se acerca a un extraño aparato semejante a una caja negra con antenas y una especie de boca. Entonces mete su mano en el bolso y saca una extraña cajita que introduce en la boca de la criatura.
- Seño, ¿qué es esa criatura? –Preguntó Parvati.
- Es una televisión, atontada.
- ¿Y que se ha comido?
- ¡Una cinta de video! ¿Cómo es posible que seas tan tonta?
La profesora le da a un botón que decía “START” y la televisión se encendió. En las pantallas se leía en letras grandes “LA BRUJA LOLA MONTERO, FAMOSA EN EL MUNDO ENTERO”. En la pantalla apareció una vieja, rubia de bote y muy fea que hizo gritar a todos como la mujer de la ducha en “Psicosis”.
- Buenas noches –Decía la bruja Lola-, soy la bruja Lola, su amiga y vidente.
- ¿Desde cuándo me conoces? –El pobre de Ron creía que hablaba con la bruja en vivo y en directo.
- ¡Cállate!
- Lo siento, seño...
- Hoy –Seguía diciendo la bruja-, como todas las noches, recibiré vuestras llamadas telefónicas para ayudaros con mis poderes.
- ¿Qué es una llamada telefónica? –Soltaron los alumnos, todos a la vez.
Doña Concha no dijo nada, solamente los miro amenazadoramente, haciendo el silencio.
- Tenemos la primera llamada –Dijo la bruja-. ¿Tú nombre?
- Hola –Sonó una voz de mujer joven-. Si no le importa me gustaría mantenerme en el anonimato.
- Vale, no diremos que te llamas Mercedes. ¿Con cuál nombre quieres identificarte?
- María.
- Vale, Mercedes, ¿qué te gustaría saber?
- Me gustaría saber el número de la lotería.
- ¡Basura! –Gritó ofuscada la bruja- ¡¿No sabes que no me gusta que me pregunten por premios, concursos y similares?! ¡Es algo rastrero! ¡Te voy a poner dos velas negras!
- ¡Pero necesito ese dinero! Mi abuelita está enferma de cáncer y no puedo pagar la operación en Houston.
- ¡Me da igual! ¡Y, encima, le pondré tres velas negras a tu abuela! ¡Vete al infierno, Mercedes!
- Se acabó –Dijo doña Concha mientras apagaba la televisión-. Teniendo en cuenta lo que habéis visto, os voy a mandar los deberes de la página 7; me hacéis los ejercicios 1, 2 y 4 para la próxima clase. Usad las barajas que os he dado. Adiós. ¿Y ahora que hago? ¿Bajo o me quedo aquí?
Y, mientras la profesora pensaba qué hacía, sonó la campana que indicaba el inicio del recreo.
Jardines de Hogwarts.
- Veo que estás normal de nuevo. –Hermione ya se había recuperado del hechizo campesino y Harry y Ron le contaban las clases de adivinación.
- Sigo pensando que las clases de adivinación son inservibles. –Dijo Hermione.
- ¿Qué toca después del recreo?
- Defensa contra las artes oscuras.
- ¡Aaaaaah! –Gritó Ron- ¡No quiero ser otra vez un Drag Queen!
- No te preocupes –Dijo la castaña-, tengo una idea.
De repente se oyeron gritos procedentes de la ventana del vestuario femenino desde donde el cual Harry había espiado a Cho durante los últimos años.
- ¿Qué pasa? –Preguntó Hermione a las chicas del vestuario.
- ¡Un viejo verde nos estaba espiando! ¡Aaaaaah!
Entonces Ron oyó un ruido cercano. Se dio la vuelta y vio, entre los matorrales, a un vejestorio con un traje de látex negro y unas gafas de visión nocturna dignas de Sam Fisher.
- ¡Ahí está!
- ¡Porras, me han visto! –Gritó el viejo a la vez que salía corriendo.
-Déjalo, ya le cogeremos luego –Dijo Hermione-. Ahora toca preparar el plan anti-Drag.
En el aula de DCAO.
Cuando el trío llegó a la clase el profesor Mauri no estaba. En su lugar había una mujer con el pelo rubio oscuro.
- Hola, yo soy Bea y hoy sustituiré a Mauri que está “enfermo”.
En realidad estaba en su cuarto hablando por teléfono. ¿Cómo, si en Hogwarts no hay electricidad? Digamos que era un teléfono mágico.
- Sí, Fernando, yo también te quiero. Oye, ya que sale el tema, ¿qué tal si salimos esta noche? No, claro que no tengo nada que hacer.
Haber, que se va el tema. Estábamos en clase de pociones con Marisa, ¿no?
- Y ahora mezclamos el whisky con la cerveza y...
¡No! No, no, no, era Defensa con Bea. Qué despiste... ¿Veis como se me va el tema de nada?
- Bien, hoy practicaremos el hechizo para... Eeer... ¿Se puede saber quién ha metido “eso” en clase?
Al final de la clase se encontraba una especie de orco del Señor de los Anillos con una indudable cabellera roja.
- Es Ron, profesora. –Dijo cierta castaña.
- Hermione –Le susurró el orco-Ron-, ¿se puede saber que pasó por tu cabeza para vestirme así?
- ¿No has visto como viste el grupo Lordi? Pues me pareció que quedarías bien vestido así.
- Vale, ¿pero como va a evitar esto que me transforme en un Drag Queen?
- ¿Te creíste aquello? ¡Jajaja! Era sólo por dejarte en ridículo. ¡Jajaja!
- ¡Yo a ti te mato!
- Esto... ¿Podemos seguir la clase?
- Perdón, seño. A la salida te enteras, Hermione.
Hermione respondió sacando la lengua.
- El hechizo de hoy es “¡Awandecandemorl!” que sirve para volver a criaturas muy agresivas en criaturas más dulces y mansas. Para el ejemplo necesito a un voluntario. ¿Alguien se ofrece? ¿Nadie? Vale, tú mismo, el rubio oxigenado.
- ¡Es rubio natural! –Replicó Draco.
- Vale. ¡Mariano! ¡Traiga el dragón!
- ¿Dragón? ¡Nadie habló de un dragón!
Un vejestorio entró con un dragón furioso. Todos reconocieron de inmediato al viejales. Era el que habían visto espiando en el vestuario de chicas hacía un rato.
- ¡Es el pervertido! –Gritaron todas las chicas a la vez.
- ¿Pervertido? –Bea miró extrañada al viejales- ¿Fuiste tú, Mariano?
- Bueno, puede que sí. –Contestó el susodicho.
- ¡Es usted un mal bicho!
- ¡Diga que sí, seño! –Dijeron a coro las chicas.
- Venga, rubio de bote.
- ¡Que es rubio natural!
- Vale, vale. Recuerda pronunciar la palabra bien clarita y en alto. Repite conmigo; “¡Awandecandemorl!”.
- “¡Awandecandemorl!” –Pronunció Draco con una soltura excelente y un rayo púrpura dio de lleno al dragón.
Al instante, el dragón se convirtió en un pequeño y adorable conejito.
- ¡Oh, que mono! –Eso lo dijo Draco, no las chicas- ¿Me lo puedo quedar? ¡Porfis!
- Pues claro, yo no lo quiero para nada.
- ¡Sí! Te llamaré Júnior.
- Sólo él es capaz de llamar Júnior a su mascota. –Dijo Ron.
- Bien –Continuó Bea-, para la próxima criatura necesitaré un último voluntario.
El vejete llamado Mariano apareció de nuevo, ahora con una esfinge.
- ¿Quién se atreve?
Ron, que pensó que, si Draco pudo con el dragón, él podría con una esfinge y se adelantó para ofrecerse voluntario.
- Vale... ¿Cómo te llamabas?
- Ron.
- Vale, Ron. Di alto y claro “¡Awandecandemorl!”.
- “¡Awandecandemor!”.
- ¡No! ¡Mal! ¡Es con ele final!
El rayo de luz púrpura rebotó en la esfinge y dio de lleno a Ron, lanzándolo varios metros hacia atrás.
- ¡Ron! ¿Estás bien?
- ¡Guau! ¡Guau!
- ¿Eh?
De entre las ropas de orco salió un perrito marrón muy bonito.
- ¡Oh! ¡Qué mono! –Dijeron las chicas a coro.
- Harry, mejor lo llevamos a la enfermería.
- Sí, pero, ¿no nos saltaríamos la siguiente clase, Hermione?
- Yo lo llevaré –Dijo Bea-. Total, no tengo nada que hacer.
- Gracias, profesora. Hermione, ¿que nos toca ahora?
- Deja que mire mi horario –Hermione sacó su horario y puso cara de miedo-. ¡Oh, no! ¡Nos toca Encantamientos!
- ¿Y?
- ¡Pues que la profesora es...!
Aula de Encantamientos.
- ¡Hola! ¡Me llamo Vicenta! ¿Queréis una croqueta antes de empezar la clase?
En efecto, la loca de las croquetas era la profesora de Encantamientos.
- ¿Nadie quiere? Entonces empecemos la clase. Hoy aprenderemos a conjurar...
- Por favor –Rezaba Harry-, que no sean croquetas. Por favor, que no sean croquetas.
- ¡Croquetas!
- ¡Ouch! –Gritó Harry al mas puro estilo Homer Simpson.
- Lo primer –Comenzó la profesora- es sacar la harina. ¡Vamos! ¿A qué esperáis?
Los alumnos, después de un rato intentando encontrar harina, la consiguieron encontrar tras media hora, ya que, aparte de que la harina estaba bien escondida, ellos no tenían ni idea de lo que era, ya que la comida en el mundo mágico se hace mágicamente sola o por encargo a muggles. Los únicos que sabían que era la harina eran Hermione, Harry y Draco, la primera por haber visto a su madre muggle hacer galletas, el segundo por que sus tíos le obligaban a hacer galletas para Dudley y sus amigos en el cumpleaños de este y el último sabía de la existencia de la harina por que en el campamento de los Boy Magic Scout él fue el que más medallas tuvo por cocinar.
- Ahora que tenemos la harina, niños –Dijo Vicenta con el mismo tono que había usado Umbridge con ellos el año pasado, tratándolos como niños-, hay que mezclarla con agua y...
Un cuarto de hora después ya todos habían hecho la forma de las croquetas y sólo faltaba hornearlas. Lo cierto es que sólo salieron 30 croquetas perfectas, las diez de Hermione, las diez de Harry y las diez de Draco. Las croquetas de los demás o se habían extraviado (¿Como se puede extraviar una croqueta? ¡No tienen patas!) o se las había comido Ron (Eso podría explicar lo primero...) o su forma parecía una... cosa... rara... (Sin comentarios...)
- Vaya –Dijo Vicenta-, las croquetas os han salido... monas... –Mentira cochina.
- ¡Seño! –Dijo Draco como niño pequeño- ¿Las metemos ya en el horno?
- Pues claro, niños. Venga, metedlas en el horno.
Ni que decir que se pegaron un buen rato buscando el horno, que también estaba bien escondido. Vale, esto hay que explicarlo. Una de las consecuencias de la demencia senil es que escondes las cosas, como para evitar que te las quiten. ¿Alguien tiene alguna duda sobre el estado mental de Vicenta ahora? Pues bueno, cuando lo encontraron a todos les entró un miedo aterrador al ver esa cosa con una boca que parecía que te iba a tragar. Todos retrocedieron excepto tres alumnos que no hace falta nombrar.
- ¡Que valientes! ¡Se van a enfrentar contra la Bestia-con-gran-boca-que-te-traga-y-luego-te-vomita! –Dijo Ron, que ya le había puesto nombre y todo a la bestia.
- Por favor –Hermione se impaciento y puso esa cara de “Estoy rodeada de enfermos mentales”-, es solo un horno. Sirve para calentar.
- ¡Entonces es la Bestia-con-gran-boca-que-te-traga-y-luego-te-vomita-que-escupe-fuego! ¡Sálvese quien pueda! ¡Mujeres, niños y pelirrojos primero!
Y mientras los estúpidos (¡Es que no hay otra palabra para definirlos!) huían la campana anunció el final de las clases.
- Decidles a vuestros compañeros –Dijo Vicenta a los tres que se habían quedado- que mañana sacaremos las croquetas y les daremos vida para después transformarlas en un Power Croqueta Ranger.
- ¿Pero no eran para comer? –Preguntó Draco.
- ¡Claro que no! Esto es clase de encantamientos, no de cocina.
- ¡Sí! ¡Nos libramos! –Dijo Harry por lo bajo a Hermione.
- Sí, pero Ron se llevará una desgracia.
- Da igual, ya ha comido mucho hoy. Vamos a comer.
Cuando Hermione llegó al Gran Comedor sola, ya que Harry había recibido la “llamada de la naturaleza” a medio camino, se quedó pasmada al ver un cartel que ponía “Restaurante-Espectáculo Come Y Calla” y un símbolo de dos C entrelazadas. ¡Habían convertido el Gran Comedor en un restaurante con espectáculo!
- ¡Dios Santo! ¡Qué han echo!
- ¿Qué pasa? –Harry había llegado del baño y había visto a Hermione ahí parada, mirando el Gran Comedor.
En vez de las cuatro mesas de siempre estas habían sido cambiadas por miles de pequeñas mesas redondas con taburetes. En una esquina había una barra de bar. Pero lo que más asustó a Hermione fue que, donde antes estaba la mesa de los profesores, había un área elevada, un escenario. En el había una silla extraña y, los que más asustó a Hermione... ¡Una barra de hierro! Hermione se temía que para lo único que servía era para...
- ¡Viva! –Gritó Harry- ¡Un striptease! No veía uno desde que el tío Vernon quitó el canal Playboy.
- ¡Tú no vas a ver ningún striptease!
- ¡Jo!
- ¡Ni jo ni nada!
Entonces, cuando Hermione se disponía a arrastrar a Harry afuera, se apagaron las luces empezó a sonar la música de Full Monty.
- ¡Déjame ver aunque sea como empieza!
- ¡Que no!
¿Acaso Hermione estaba celosa? Esa fue la pregunta de Draco, que estaba tomando nota de todo en su bloc de RPI. Con esa noticia se ganaría el sobresaliente en su examen de RPI.
Entonces ocurrió la Hecatombe. Nada más salir la bailarina de Striptease todo el mundo empezó a gritar, huir o vomitar en las esquinas.
- ¡Eh! ¡No os paséis! –Dijo Paco, el profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas- ¡Que Lourdes no es tan fea!
Lourdes salió llorando del escenario, como buen monstruo del pantano que es... ¡Eso lo ha dicho Parvati!
- ¡No, cariño! ¡No quería decir que eres fea! ¡Estáis todos suspendidos!
En la puerta, tanto Harry como Hermione, y también Draco, que se encontraba en su escondite, estaban mareados por el penoso espectáculo.
- Vámonos, Hermione... Creo que voy a vomitar.
- Yo también...
Mientras subían, Draco, aun mareado, hizo algo que no debería de haber echo; revisar sus notas.
- Haber; tengo lo de que a Ron le gusta Lavender, la pelea del director con su esposa, la... ¡Bueeeeeerg! –Draco se había vomitado encima de la libreta. Y es que leer cuando estas mareado no es bueno-. ¡Noooooo! ¡Mis notas! Tendré que escribirlas de nuevo... ¡Jo!
En la misma cueva extraña en el mismo lugar extraño del principio.
- ¿Tiene preparado su plan, señor Álvarez?
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Por supuesto, señor Voldemort.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¿Me lo puede contar?
- Mi plan consiste en enviar una cesta de navidad a todos los profesores con lo típico; jamón, cava, turrón y esas cosas.
- ¿Y eso de que nos sirve?
- Los productos de la cesta estarán caducados, creando así la indigestión masiva de los profesores y que no puedan defender el castillo cuando ataquemos.
- ¡Es un plan muy malvado! Me gusta.
- ¿Y el suyo?
- Yo mandaré a mi horda de dementores a que absorban las almas de los alumnos que no se unan a mí. ¡MUAJAJAJAJA!
- ¡Hay que ver lo malvados que somos, Lord Voldemort!
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¡Y que lo diga, señor Álvarez!
Se oyen truenos, bom...
Un rollo de cocina es lanzado contra la cabeza de Voldemort.
- ¡Que os calléis ya, leñe! ¡Hay gente intentando dormir!
- ¡Sí, señora! ¿Está bien, Riddle?

¿Qué tramaran Lord Voldemort y el señor Álvarez? ¿Qué le pasó a Neville? ¿Será esa bestia peluda pariente del monstruo del pantano? ¿Harry es virgen o no? ¿Cómo se enteró Paloma de que Juan estaba en Hogwarts? ¿RPI? ¿No era CSI? ¿Tan bestias son Harry y Ron? ¿Quién demonios es Juan Tamariz? ¿Cómo se puede confundir un libro de adivinación con un manual? ¿Bea estará contratada a tiempo completo o hasta que a Mauri se le vaya la tontería? ¿Power Croqueta Ranger? ¿Eso que es? ¿Un Power Ranger que come croquetas o una croqueta que come Power Rangers? ¿A quién se le ocurre montar un restaurante-espectáculo en un colegio? ¿A quién se le ocurrió meter a Lourdes de stripper? Algunas de estas respuestas, atención que no prometo nada, se revelaran en el próximo capítulo.

Aquí No Hay Quien Haga Magia - Capítulo 2

Aquí no hay quien haga magia

Aviso: Ni los personajes de Harry Potter ni los de Aquí No Hay Quien Viva son míos, solo los tomo prestado sin animo de lucro. En este capítulo habrá un poco de slash, pero no es nada serio.
Nota: Las palabras en cursiva son pensamientos, cambio de escena, flashbacks, etc.

Capítulo 2- Cubatas, pijadas, plumas y más.

Lunes, 9:00, Hogwarts, mazmorra, aula de pociones.

La mujer con cara de loca de la noche anterior estaba sentada detrás del escritorio con dos botellas, una con un líquido anaranjado dentro y otra con un líquido negro. En los pupitres también había botellas con los mismos líquidos. La mujer llevaba una túnica verde a topos blancos. Cuando todos los alumnos estaban sentados, la mujer empezó a hablar.
- Yo soy Marisa, vuestra profesora de pociones. ¿Alguna pregunta?
Hermione levantó la mano, como es habitual.
- ¿Si?
- Perdone, pero, ¿qué es lo que hay en estas botellas?
- Eso naranja es whisky, y lo negro, coca-cola.
- ¿Para que necesitamos esto? –Preguntó Parvati.
- ¡Pues para la poción!
- ¿Qué tipo de poción es? ¿De amor, de inteligencia, para matar, para resucitar?
- Es una pócima para la diversión. Primero, mezclamos el whisky y la coca-cola y, ¡ya está! Ya tenemos la poción.
- ¿Y cómo se llama esta poción?
- Se llama CUBATA. Venga probadla, veréis que diversión.
- ¡Pero si huele a alcohol!
- ¡Pues claro! Haber, tú, el pelirrojo.
Apuntó a Ron, que se estaba quedando dormido.
- ¿Quién, yo?
- Sí, pruébalo.
Ron se acercó la cuchara con temblores y…

10:00, 2ª planta de Hogwarts.

- Vamos, Harry, que sólo queda una planta. Tampoco es para tanto.
- ¡Eso lo dices tú, que no tienes que cargar con un borracho de 64 kilos encima!
Harry llevaba a Ron a espaldas porque este no se soportaba sobre sus propias piernas de lo borracho que estaba.
- Wachimericouson –Cantaba Ron, muy mal, por cierto-, chupi pa’ ti, ¡hip! chupi pa’ mi.
- Ya está, Harry, ya estamos en clase de transformaciones, ya puedes soltarlo… ¡Pero por la ventana no!
- ¡Ups! Te referías a que lo soltara en la silla, ¿no? Bueno, puede que el agua fría le siente bien.
En ese momento entró una chica rubia con una túnica muy fashion, un bolso a juego y unas gafas de sol muy molonas. Se sentó en el borde de la mesa y se quitó las gafas.
- Hola, chicos, perdón por llegar un poco tarde, es que mi despacho estaba muy feo con tantos cuadros escoceses y lo tuve que redecorar.
(N/A: ¿Cuadros escoceses? ¿De quién serían? Nótese el sarcasmo)
- Yo soy Lucía, -Continuó la chica rubia- y seré vuestra profesora de transformaciones. ¿Alguna pregunta antes de empezar?
Lavender levantó la mano.
- ¿Sí?
- ¿Su pelo es natural o es teñido?
- ¿Alguna otra pregunta que no sea sobre mí? ¿No? Pues voy a pasar lista.
Lucía pasó lista hasta llegar a la “W”.
- Ron Weasley… ¿Ron Weasley?
- Estoy aquí. –Ron llegaba todo mojado.
- Pero, ¿qué te ha pasado?
- Alguien me tiró por la ventana y caí al lago. –Miró a Harry con odio.
- Hola, Ron. –Saludó Harry con voz temblorosa.
- Bueno, la clase de hoy la dedicaremos a algo que es muy importante en nuestra vida.
- ¿Retener la regla?
- No, Granger, es algo más importante aún.
- ¿Un método anticonceptivo mágico?
- ¡Quítese eso de la cabeza, Thomas! No, se trata de… ¡Saber conjuntar la ropa!
- ¿Qué tiene eso de importante?
- Mucho, Potter. Por que no es lo mismo salir a la calle con una ropa monísima que salir con ropa de pardillo.
- En eso estoy de acuerdo.
- Exacto, Malfoy.
- De echo –Siguió Draco-, el otro día salí a la calle y había un hombre con un traje horroroso. Nada que ver con la ropa súper-cuqui que llevaba yo.
Todos se quedaron mirando a Draco por como había hablado.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Tengo un bicho en el pelo? ¡Quitádmelo, quitádmelo!
- Esto… Sigamos -Siguió la profesora-. Hoy aprenderemos un conjuro para transformar cualquier prenda en un conjunto monísimo. Haber, ¿algún voluntario? A ver, Weasley, usted mismo. Apunte su varita hacia su ropa y diga con voz clara el nombre del conjuro que es “Accio modelo de Victorio y Lucchino”.
- ¡Accio modelo de Victoria y Rufino! –Es sabido que Ron tiene un cero en pronunciación, y si además tenemos en cuenta que tiene agua en las orejas, digamos que el hechizo, bien, bien, no le salió.
- ¡No! ¡Lo has dicho mal!
Y Ron se convirtió en…

11:00, clase de DCAO.

- Primero se emborracha y después se transforma en… “esto”. Hermione, ¿por qué nos pasa esto?
- No lo se, Harry, pero el profesor, o profesora, se está retardando un poco, ¿no?
En ese momento entra un hombre con una túnica color fucsia.
- Hola, soy Mauri, y soy el profesor de “deceao”… ¿Alguien me puede decir que significan esas siglas?
- Defensa Contra las Artes Oscuras, profesor.
- Ah, si, vale. Oye, me recuerdas a una que sale por la tele. ¿Cómo se llamaba?
- ¡Eh, que soy un chico!
- Oye, ¿no eres un poco mayorcita para estar en Hogwarts?
- Esto, profesor –Harry se acercó al profesor-. Es un alumno al que le acaba de salir mal un hechizo.
- Aaaah, vale. ¡Ya se! Me recuerdas a Agatha Ruiz de la Prada. Ya decía yo que me sonaba tu cara.
- ¿Qué Agatha ni que nada? ¡Me llamo Ron!
- Hoy aprenderemos a deshacernos de un hombre lobo sin ni siquiera hacerle daño. Para ello tenemos a Emilio como voluntario para hacer de hombre lobo.
Sale Emilio con un traje de lobo.
- Mauri, como me pase algo te la cargas.
- ¿No me has oído? Derrotar a un hombre lobo “sin hacerle daño”. A ver, ¿algún voluntario?
Nadie levanta la mano.
- Vale… Agatha, tu misma.
- ¡Que me llamo Ron!
- Ah, si, Ron. Venga, apunta a Emilio y di “Quietorl” con voz clara.
- ¡Quietorl!
- ¡Aaaah! –Emilio corre y se esconde detrás de un espejo.
El hechizo rebota en el espejo y va hacia Ron-Agatha.
- ¡Otra vez no!
El hechizo le da de lleno y…
- ¡Viva Naira, viva Victoria, Afrodita! –Ron cantaba con un traje de dragqueen la canción de Dana Internacional- ¡Viva la diva, viva Victoria, Cleopatra!
- ¡Emilio! ¡Te dije que no te movieras!
- ¡Si me hubiese dado me hubiera transformado también en dragqueen!
Draco se acerca a profesor.
- Oiga, ¿dónde ha comprado esta túnica tan mona?

12:00, jardines de Hogwarts.

- Al fin, el recreo.
- Si, aunque sería mejor sin este cantando todo el rato.
Ron aún se encontraba bailando con el traje de dragqueen.
- ¡Fiesta, fiesta, pluma pluma gay, pluma pluma gay, pluma pluma pluma gay!
- ¡Deja ya de cantar!
- ¡Eh! ¡Chicos!
- Es Malfoy… ¿Pero de que está vestido? ¡Oh, no!
Draco venía con un traje de dragqueen parecido al de Ron.
- ¿A ti también te ha afectado el hechizo?
- No, yo lo hago por voluntad propia –Se pone a cantar con Ron-. ¡Fiesta, fiesta, pluma pluma gay!
- Este colegio se está volviendo loco.

13:00, invernaderos.

A Ron ya se le había pasado el efecto del hechizo.
- ¿De veras me transformé en dragqueen y me puse a cantar? Dios, que vergüenza.
- ¿No oléis algo raro?
- Parece incienso.
Una mujer con una túnica oriental entró al invernadero.
- Hola, chicos, soy Isabel. Hoy aprenderemos las cualidades mágicas del narciso. Pero antes, vamos a meditar un poco –Cierra los ojos-. Decid conmigo “ooooooooooom”.
- Ooooooooooom.
- Ahora decid “adiós, negatividad, hola, tranquilidad”.
- Adiós, negatividad, hola, tranquilidad. –Todos estaban un poco cortados.
- Bien, ahora, coged la flor del narciso y exprimidla en los cuencos. Cuidado, porque según el color el efecto será diferente. Las blancas son curativas y las amarillas son un filtro amoroso. Hoy trabajaremos las blancas.
Harry y Draco no estaban atentos, estaban picándose mutuamente, y cogieron las amarillas en vez de las blancas.
- Esta es la flor preferida de mi madre, como se llaman igual.
- Espero que no apeste como tu madre, Malfoy.
- ¿Qué has dicho, cara rajada? Yo al menos tengo madre.
- ¡Eh! ¡No te metas con mi madre!
- ¡Tú te burlabas de la mía!
La profesora se puso a su lado.
- ¡Chicos! –Se dio un golpecito suave en la frente y alzó la mano- ¡Uuuuh! Tranquilizaos. Bien, sigamos la clase. Ahora tenéis que beberos el líquido del narciso y veréis como os sentís más sanos.
Harry y Draco se beben su poción como todo el mundo, se miran y…

14:00, puerta del castillo.

- Hermione, ¿no deberíamos ayudar a Harry?
- Eso les pasa por no hacer caso a la profesora y coger el narciso amarillo. Además, con esto voy a ganar una pasta. –Hermione estaba grabando en video todo lo que pasaba.
Harry y Draco estaban cogidos de las manos y muy pegaditos.
- Draco, nuestro amor está prohibido, somos como Romeo y Julieta.
- Pues yo me pido ser Julieta, que la falda me sienta divina.
- Hermione, por favor, no puedo soportarlo, haz algo.
- Calla, Ron, ¿no ves que estoy grabando?
- Pero…
- Ains, vale –Alza su varita y apunta a la parejita-. ¡Ruptura instantaneum!
Harry y Draco se miran de repente y…
- ¡Aaaaag! ¡Suéltame, degenerado! –Gritaron a la vez que se separaban rápidamente.
- ¿Contento? Ahora no he podido grabarlo todo.
- Vamos, que toca Cuidado de Criaturas Mágicas.
- Me pregunto quién será el profesor.
Una vez que llegaron a la cabaña de Hagrid… ejem… la ex-cabaña de Hagrid, vieron a un hombre con el mismo traje que llevaba Dart Vader en “La guerra de las galaxias” y detrás de él estaba la criatura más horrorosa que jamás habían visto.
- Hola, soy Paco, y esta es Lourdes.
- ¿Le ha puesto nombre a esa “cosa”? –Preguntó Parvati.
La criatura sale llorando de allí.
- ¡Eh! ¡Que es Lourdes, mi novia!
- ¿Novia? Anda profe, que bromista. –Parvati era un poco corta.
- ¿Pero porqué todo el mundo la llama fea? –Sale corriendo detrás de Lourdes- ¡Cariño, ven, no lo decían en serio!
Al cabo de media hora vuelve junto a la bestia... Digo, con Lourdes.
- Venga, empecemos la clase. Vamos a estudiar a los monstruos de los pantanos.
- ¿Cómo ese? –Parvati vuelve a la carga.
Lourdes vuelve a salir llorando.
- ¡Que no es un monstruo, leñe! ¡Cariño, vuelve!
Otra media hora después.
- Bueno, como decía, vamos a estudiar a los monstruos de los pantanos… ¡Y al que haga un comentario sobre Lourdes lo suspendo! Bueno, vamos al pantano y… -Se ve interrumpido por la campana- Porras. Venga, iros ya.
- Adiós profe, adiós monstruo. –“Parvati II, el ataque de la ignorante”, próximamente en cines.
Lourdes vuelve a irse llorando.
- ¡Parvati, estás suspendida!
- ¡Jo! Si no he hecho nada. -¡Eso! No ha hecho nada, sólo llamar algo por su nombre.

15:15, gran comedor.

Ese día había tortilla. Sólo tortilla. Y la había hecho, como no, Vicenta. Y tenían puesto un disco del Fary.
- ¡Mi carro me lo robaron, anoche cuando dormía!
- ¿Os gusta la tortilla? ¿A que está buena? ¿Queréis ketchup?
- ¡Yo sí! –Ron ya se había comido su tortilla, la de Harry, la de Hermione, la de Parvati, la de Lavender, la de Dean, la de Seamus y todavía quería más.
- Ron, eres la única persona a la que le gusta eso.
Unos 3 metros más lejos, Fred, George y Ginny ya se habían comido 15 y pedían a gritos más.
- Rectifico. Los Weasley sois un caso perdido.

Mientras, en la habitación del conserje.

- Mauri casi me mata –Emilio estaba sacando las cosas de sus baúles cuando encontró algo fuera de lo normal-. ¿Pero qué es esto?
- Cierra, que hay corriente.
- ¡Papá! ¿Qué haces tú ahí?
- No quería sentirme solo y me metí en el baúl.
- ¿Cómo te ibas a sentir sólo si te dejé la tele con la tele tienda puesta?
- Vale, me has pillado.
- Más vale que hagas algo útil, si no, el señor Cuesta te va a mandar a la calle. Ya se. Haz de espía, así sabré quién es el que me mancha el suelo recién fregao.
- Vale, pero consígueme una barbacoa, si no, no me siento a gusto aquí.
- Lo que hay que aguantar.

22:55, pasillo de la séptima planta.

- Harry, espera, he oído algo.
- Serán tus tripas, Ron. Hoy no has parado de comer. Sobre todo el chorizo de la cena.
- No, Harry, de veras, oigo algo.
- Yo también, Harry.
- Y yo.
- ¿Parvati? ¿Qué pintas tú aquí?
- El guión dice que tengo que estar aquí.
De repente sale alguien de entre las sombras.
- ¡Aaaah! ¡El monstruo del pantano!
Lourdes sale llorando y corriendo.
- ¡Vámonos, rápido!

¿Marisa no sabe que es ilegal dar alcohol a menores? ¿Wachimericouson? ¿Eso qué es? ¿El pelo de lucía es natural o teñido? ¿Draco es gay? ¿De dónde sacó Emilio el traje de lobo? ¿Porqué Isabel les dio a los alumnos los dos tipos de narciso si sólo iban a usar uno? ¿Le darán a Hermione el Oscar a mejor directora de cine? ¿Conseguirá Paco dar clase? ¿En serio esa cosa… digo Lourdes, es un ser humano? Y lo más importante, ¿cómo funciona la cámara de Hermione, si en Hogwarts no funcionan los objetos electrónicos? Algunas preguntas se resolverán, si los dioses quieren, en el próximo capítulo.

Aquí No Hay Quien Haga Magia - Capítulo 1

Aquí no hay quien haga magia

Aviso: Ni los personajes Harry Potter ni los de Aquí No Hay Quien Viva son míos, sólo los tomo prestado sin animo de lucro.
Nota: Las palabras en cursiva son pensamientos, cambio de escena, flashbacks, etc.

Capítulo 1- Nuevo profesorado.

Viernes, 7:00, Hogwarts, despacho del director.

- ¿Habla usted en serio, profesor Dumbledore? – Dijo la profesora McGonnagall con sorpresa.
- Sí, Minerva, me temo que sí.
- ¡Pero esto es una estupidez!
- Cálmate, Severus, cálmate.
- ¡No puedo calmarme, Remus!
- Los astros se están enfureciendo, no les gusta este cambio. Marte nos castigará por esto y…
- Oh, cállate un rato, Sibyll, ¿quieres?
- Silencio, por favor – Dijo Dumbledore con tranquilidad -. El asunto no es tan grave.
- ¿Que no es grave! ¿QUE NO ES GRAVE! ¡Albus, que nos echan!
- Tranquilidad, Hagrid, tranquilidad.
- ¿No sabes decir otra cosa, Albus?
- ¡La furia de Neptuno caerá sobre nosotros!
- ¡SILENCIO YA, LEÑE!
El grito de Dumbledore dejo a todos asombrados.
- ¿Qué creéis! ¿Qué a mí no me importa! Bueno, lo importante será contratar a nuevos profesores antes de que empiece el curso, ¿no?
- S… si, señor… - Todos los profesores estaban con el miedo en las venas.
- Los echaré de menos, profesores.
- ¡Ja! Que te lo crees. ¡A ti también te echan, Filch!
- ¡No! ¿Por qué!
- Sabía que hacer experimentos con ese tal Longbottom nos traerían problemas.
FLAHSBACK
- ¡Socorro!
- ¡Cállese, Longbottom! – Snape preparaba el mazo vistiendo una bata de cirujano.
- Si esto no te va a doler. – McGonnagall prepara la sierra con el mismo traje.
- ¿Todo listo?
- Si, profesor Dumbledore. Por cierto, le queda de perlas el traje de cirujano.
- Gracias, pero llámame “doctor” Dumbledore, Argus. Me hace parecer más profesional.
- Las estrellas me dicen que esto no va a traer nada bueno.
- Sí, claro – Dice Lupin con cierto tono sarcástico que “no se nota nada” -, y de paso nos echan del colegio un curso entero, ¿no te fastidia?
- Venga, empecemos la operación. Sierra.
- ¡Socorro!
FIN DEL FLASHBACK
- ¿Quién diría que Sibyll tenía razón?
- A veces tiene sus momentos de lucidez. Rara vez, pero los tiene.
- Mandaré una lechuza al ministerio para que nos busque a unos sustitutos.
- Dumbledore, ¿estas seguro de que podemos confiar en el ministerio? Recuerda que te la tienen jurada.
- Me da igual, con tal de que no me quiten mi bata de cirujano – En sus ojos brilla la ilusión -. Es un regalo que me hizo mi mamá cuando tenía 10 años.
- Que hombre más raro…
- Severus, ¿por que estás tan pensativo?
- ¿Quién? ¿Yo? No, por nada, Sibyll. Casi me pilla. ¿A que esta va a leer la mente también? Uyuyuy…

Sábado, 14:30, Hogwarts, gran comedor.

Los profesores estaban almorzando cuando llegó una lechuza parda que dejó una carta en la mesa. McGonnagall la cogió, miró el remitente y se dirigió a Dumbledore.
- Es del ministerio.
- Quizás sean los nuevos profesores… haber, haber – Dumbledore abrió la carta con mucho cuidado y la leyó -. Por los nombres yo diría que no son Ingleses. Remus, tu que eres el entendido en esto, mira a ver si sabes de donde son.
- Déjame ver… yo diría que son Españoles.
- ¿Sí?
- Por lo que se, Concha es un nombre Español muy típico.
- ¡Que listo eres, Remus!
- Tampoco era tan difícil. Con mirar que en la letra pequeña pone “Profesores de nacionalidad Española” yo creo que es obvio que son de España.
- Una pregunta, ¿España es el del rugby y las hamburguesas?
- Minerva, eso es Estados Unidos. España es ese país que está al sur de Francia.
- Ese es el del tango y el dulce de leche, ¿no?
- Eso es Argentina. – Lupin ya empieza a ponerse nervioso.
- ¿Y cuando pone que llegarán?
- Según esto, esta tarde.
- Mejor, por que el curso empieza mañana.
- Profesor, ¿también me sustituyen a mí?
- Si, Filch. Aquí pone que te sustituirá un tal Emilio Delgado o algo así.

Sábado, 21:35, Hogwarts, vestíbulo.

- Se están retrasando, ¿les habrá pasado algo?
- No te preocupes, Snape. Es idiosincrasia española.
- ¿Lo qué?
- Idiosincrasia. Algo típico de un país. En España es idiosincrasia el llegar tarde, dejarlo todo para última hora, ese tipo de cosas.
- ¡Mirad! Ya vienen… pero… ¿que es eso?
- Es un aparato muggle, creo que se llama “furgoneta”.
- Aaaah.
Una furgoneta azul entró en el vestíbulo llevándose por delante una estatua de un cerdo con alas. Un hombre con calva y barba se bajo de la furgoneta acompañado de ocho personas más.
- Buenas tardes.
- Mejor dicho buenas noches.
- Correcto, buenas noches. Soy Juan Cuesta. Es un honor trabajar en tan magnífico centro de enseñanza para jóvenes magos.
- ¿Tu has entendido algo? – Le susurra Snape a Filch.
- Usted es el profesor. Yo ni si quiera tengo graduado escolar, así que si usted no se ha enterado, yo menos.
Dumbledore se acerca a Juan.
- Sea bienvenido a Hogwarts, señor Cuesta. Espero que su estancia sea agradable.
Una mujer anciana que venia en la camioneta llamó la atención de Juan.
- ¡Chorizo! ¿Dónde está el baño!
- Tranquilícese, doña Concha. Es de mala educación grita cuando dos personas están conversando.
- ¡Váyase, señor Cuesta, váyase!
- Bueno – Empezó a explicar Dumbledore -, mañana llegarán los alumnos, así que Filch, nuestro conserje, les llevará su equipaje a sus respectivos despachos.
- ¿No se suponía que me habían echado? ¡Yo no pienso hacer de botones!
- Si lo haces te dejaré atar a los alumnos de los pulgares el año que viene.
Filch pone la misma cara que pone un niño cuando le dices que le compras una golosina si se porta bien.
- Por aquí, señores. – Coge las maletas y se lleva a los nuevos profesores a sus despachos.
- Por cierto, señor Cuesta – Dumbledore se coloca al lado de Juan -, le mandaré una lechuza cada semana para ver que tal va y si tiene problemas no dude en acudir a mi.
- Sin duda lo haré. ¿Y a que hora llegarán los alumnos?
- A las diez de la noche. Siempre mandamos a alguien para que les acompañe, ¿sabe? Es que las calles son peligrosas.
- Si, sería una desgracia que les pasara algo a esos chicos.
- ¿Quién ha hablado de los alumnos? No, me refiero a los pueblerinos. Estos chicos los tienen aterrorizados y hay que mandar a alguien a que los vigile.
- Ah… vale. Puede irse tranquilo, su escuela no puede estar en mejores manos. Y si me permite la pregunta, ¿Por qué este cambio de profesorado tan repentino?
- Estooo… digamos que es cosa de la ministra de educación.
- Vamos, que nos echan. Y todo por experimentar con un alumno, que si fuesen todos los alumnos otro gallo cantaría, pero por uno sólo no creo que sea tan grave.
- ¡Severus!
- Ah, sí, es secreto.
- Adiós, entonces. Esta gente está loca.

Domingo, 21:35, expreso de Hogwarts, cabina 32.

- Por fin, otra vez en Hogwarts – Harry estaba muy feliz de reunirse con sus amigos Ron y Hermione otra vez y de haberse librado de los Dursley, que lo habían dejado sin comer durante el verano por no ahogarse en la playa de Mallorca en donde pasaron las vacaciones -. Lo raro es que me llevaran de vacaciones con ellos.

Mismo día, misma hora, casa de los Dursley, salón.

- Petunia, para el año que viene tenemos que ingeniárnoslas para que la palme de una vez. Con lo caro que me salió su billete en avión de carga con las gallinas y el maldito ni siquiera se quema con el sol.
- Querido, ¿qué te parece si el año que viene nos vamos a Hawai y lo mandamos a escalar por dentro un volcán activo?
- ¡Buena idea, querida! Ahora lo importante es saber por qué Dudley no baja a cenar.

Mismo día, 21:36, Mallorca, en una playa cualquiera.

Dudley se encontraba solo, con un flotador con cabeza de patito enseñando una blanca sonrisa, un cubo, una pala y mucha, mucha protección solar, por no hablar de que llevaba calcetines con las sandalias.
- ¿Mamá? ¿Papá? – Parecía a punto de llorar - ¿Harry? Dejaos de bromas, ¿vale? No tiene gracia.
- Guiris, siempre tan raros. – Le dijo un hombre que pasaba por ahí a su amigo.
- Si, siempre hablando solos.

De vuelta al expreso de Hogwarts.

- Harry, ya hemos llegado… y mira a ver si logras despertar a Ron.
- Ron, despierta. Ron. ¡Ron!
- Cinco minutitos más, mamá.
- ¿Pero que dice este loco?
- Venga, Ron – Hermione estaba desesperada -, si te levantas te daré una rana de chocolate.
- ¡Rana de chocolate! ¿Dónde está!
- Venga, que ya hemos llegado.
- Pero… la rana…

Ya fuera del expreso.

- ¿Dónde estará Hagrid? Siempre viene a buscarnos. – Harry buscaba a su amigo entre la multitud.
- ¡Venid por aquí! – Una voz de hombre asombró a Harry – Un poquito de por favor, venga, venid conmigo.
Hermione, curiosa, se acercó a él.
- Perdone, pero, ¿quién es usted? ¿Y dónde está Hagrid?
- Soy Emilio, y en cuanto a ese Hagrid, no tengo ni idea de quién es. Vamos, el director me ha mandado a buscaros, así que desfilando.
- Qué raro – le susurró Ron a Harry -, ¿estará Hagrid enfermo o algo así?
- Lo raro es que Dumbledore enviara a este hombre en su lugar.
- Además tiene un nombre que no había oído antes… “Emilio”…
- No pienses mucho, Ron, que ya empieza a salirte humo por las orejas. Ya sabes que el aserrín hace eso cuando se quema.

En el gran comedor, 22:00.

- ¡Harry, mira la mesa de los profesores!
- Pero, ¿y los profesores? ¿Quién es esa gente?
Emilio se pone delante de la mesa de los profesores.
- Por favor, manténganse sentados, en silencio y apaguen sus teléfonos móviles, el presidente… digo el director va a hablar.
Los alumnos empezaron a murmuran entre ellos.
- ¿Quiénes son estas personas?
- ¿Presidente? ¿Acaso viene Tony Blair?
- ¿Qué es un teléfono móvil?
Juan Cuesta se levanta, se aclara la voz y empieza a hablar.
- Bienvenidos. Soy Juan Cuesta, el nuevo director durante este curso a petición del antiguo director, Albus Dumbledore, que ha decidido pasar unas vacaciones durante este curso junto a los otros profesores y nosotros les sustituiremos. Espero que nos llevemos bien y…
- ¡Chorizo! – Concha le interrumpió- ¡Cállate y empecemos a comer!
Todo el mundo empezó a reírse.
- Doña Concha, por favor, ¿no ve que estoy en medio de mi discurso?
- ¿Y qué? – Saltó otra anciana con cara de loca - ¡Si hacíamos lo mismo en la comunidad!
- ¡Marisa, por favor!
Ron andaba más perdido que un pato ciego en un garaje a medianoche.
- ¿Concha? ¿Marisa? Vaya nombres raros tiene esta gente.
- Ron, eso es porque no son de aquí. Es normal que te parezcan raros. Además de que el aserrín no da mucho de sí como cerebro.
Juan Cuesta logró calmar a Marisa y Concha y siguió hablando.
- Bueno, ahora que nos conocemos empecemos con el banquete.
En las mesas empiezan a aparecer platos llenos de… ¿croquetas?
- ¿Qué es esto? – Juan estaba tan impresionado como todo el mundo al ver que sólo había croquetas – Un momento… ¿quién está en la cocina?
La puerta se abre y aparece una mujer con un moño, un delantal y una gran bandeja con croquetas.
- ¡Hola! ¿Os gustan las croquetas? ¡Las he hecho yo!
- ¡Doña Vicenta! ¿Se puede saber que hace?
- ¡Croquetas! ¿Quiere una? ¿Os gustan las croquetas, niños?
- ¡Harry, estas personas dan miedo!
- A mi también, Ron, a mí también.

Después de la cena, 22:55.

Ya todos se habían terminado de comer las croquetas – no comieron otra cosa en toda la noche – y Juan Cuesta se levanto y dio las buenas noches a los alumnos.
- Harry, ¿crees que esta gente es de fiar? – Preguntó Hermione cuando llegaron a la sala común de Gryffindor.
- No estoy seguro, pero esas croquetas parecían estar envenenadas.
- Si, tenían un sabor asqueroso.
- Pues a mí me gustan. – Dijo Ron, con la boca llena, que se había traído croquetas en una bandejita.
- Ron, no se como te puede gustar eso. – Dijo Harry con cara de asco.
- Harry, déjalo, es Ron. Es raro por naturaleza.
- Es verdad. Venga, que mañana hay que madrugar.
- ¿Qué clases tenemos primero?
- Pociones. La profesora es una tal Marisa.
- Esperemos que no sea como Snape.
- ¿De veras que no queréis una croqueta?
- ¡Ron!

¿Qué ha pasado con los profesores? ¿Los nuevos profes son de fiar? ¿Desde cuándo los patos sonríen? ¿De veras estaban tan malas las croquetas? ¿Será Marisa buena profesora? ¿Snape se unta el pelo con grasa de ballena o es grasiento por naturaleza? ¿Cómo es que a Dumbledore todavía le entra el traje de cirujano si su madre se lo regaló cuando tenía diez años y ahora tiene cientoynosecuántos? Estas respuestas, no todas, en el próximo capítulo.

Índice - Cuentos Infantiles

Capítulos de Cuentos Infantiles

Capítulo 1: La Hermicienta

Capítulo 2: Las Tres Embrujadas y la Fuente Feroz

Capítulo 3: Pijanieves y los Siete Enanitos

Capítulo 4: Kyle el Metiroso o Kyle y el Pervertido

Capítulo 5: Caperucita Violeta

Capítulo 6: La Lizzie Durmiente

Capítulo 7: Ricitos de Pin y los Tres del Futuro

Cuentos Infantiles - Capítulo 7

Cuentos Infantiles

(Los personajes aquí mostrados pertenecen a sus respectivos creadores. Yo simplemente los tomo sin ánimo de lucro.)

Ricitos de Pin y los tres del futuro

Había una vez una niña muy buena…
- ¿Buena yo? ¡Si un cuerno! ¡Muahahahahaha! –Risa malévola de Ricitos de Pin.
Vale, no era una santa, pero eso no importa. Un día, Ricitos de Pin…
- ¿Ricitos? ¡Si tengo el pelo lacio!
Vale, criaja, te llamaremos solo Pin.
- Eso me gusta más.
Un día, Pin fue a pasear por el bosque con la intención de encontrar algo que valiese la pena, como un bazooka, una bomba, ese tipo de cosas que les gusta a las niñas de hoy en día.
No encontró nada de eso (¡Ja!) pero encontró una casa, y como era una hocicuda (¡Cotilla!) decidió entrar.
- Anda, mira que casa más “bonita” –Nótese la expresión de asco al decir esa palabra-, voy a entrar.
Cuando entró vio una mesa con tres platos de potaje (Que campurrio, ¿no?) y como tenía mucha hambre decidió comer. Primero probó el plato grande.
- ¡Aaaaag! ¡Está ardiendo! Además, sabe realmente asqueroso.
Después probó el del plato mediano, que era rosa.
- Menudo tazón más cursi –Cogió la cuchara y probó-. ¡QUÉ AAAAASCOOOO! ¡Está helado! ¿En esta casa nadie tiene sentido del gusto?
Y finalmente probó el plato pequeño, no sin antes ver que no era potaje, sino pizza.
- ¡Esto si que me gusta! –Y se la comió en menos de dos minutos.
Con el estómago lleno se fue al salón y vio una gran tele de plasma y un armario lleno de DVDs piratas y sin título.
- Prefiero ver la tele –Pero cuando encendió la tele solo se veían rayitas-. Genial, se fue la transmisión. Bueno, veré algún DVD.
Una pausa para hacer una pregunta. ¿Acaso a Pin no le explicaron lo de la propiedad privada?
Entonces Pin vio que todos los DVDs estaban rayados, todos excepto tres, en los que solo ponía “Lloyd”, “Barbara” y “Phil”.
- Vamos a probar con “Lloyd” –Cuando puso el DVD salió una película de dibujitos-. Aburrido. Pondré “Barbara” –Esta vez la película era “Titánic”- ¡No! ¡Una película melosa no! –La quitó rápidamente- Más vale que “Phil” valga la pena –Puso la película y…
Digamos que era una peli “No apta”… Bah, nada del otro mundo… ¿O si?
Bueno, después de ver los DVDs, a Pin le entraron ganas de ir baño. Otra vez la pregunta. ¿No sabe que significa propiedad privada? En el baño vio tres revistas y, como se aburría y la pizza le sentó un poco mal, cogió una. Esta era un comic.
- Aburrido.
La lanzó y cogió la siguiente. Era una revista de cotilleos.
- Más aburrido aún.
La lanzó y divisó una tercera revista, muy escondida. La cogió y…
Digamos que era, como la peli, “No apta”…
Entonces, a Pin le entró sueño, y volvemos a preguntar “¿Sabes que estás en propiedad privada?”. Entonces llegó a un pasillo con tres habitaciones. Entró en la primera y vio que había posters de Disney, sobre todo de Bambi.
- Qué infantil. Esta debe de ser la del hijo.
Se acostó en la cama, pero era muy dura.
- ¡Dios! ¿Cómo puede alguien dormir así? ¡Es peor que dormir en el suelo!
Salió del cuarto y se metió en la segunda habitación. Este era completamente rosa, con posters de Leonardo DiCaprio y Brad Pitt.
- Deben de tener una hija. Dios, que cursi.
Se acostó en la cama, pero era tan blanda que se hundió en ella.
- ¡Socorro! ¡Me ahogo! –Manoteó y pataleo y por fin pudo salir- ¡Esta familia es rarísima!
Entonces entró en el tercer cuarto. Digamos que ya de por sí la habitación era “No apta”. Posters de chicas desnudas, revistas porno y todas esas cosas guarras.
- Ya es seguro, tiene a un pervertido viviendo aquí. ¡Me niego a dormir aquí!
Haberlo pensado antes de meterte en propiedad ajena. Si tienes sueño no te queda alternativa, por que no hay más cuartos.
- Vale, ahórrate el sermón –Se acostó en la cama, la cual era perfecta-. Al menos aquí si se puede dormir.
Y Pin se quedó dormida. Mientras dormía, tres personas entraron a la casa. Eran los Diffy, los dueños de la casa. Estaba papá Diffy, mamá Diffy e hijo Diffy… Qué porras, llamémoslos por sus nombres, Lloyd, Barbara y Phil.
- ¡Qué hambre tengo! –Dijo Lloyd.
- No te preocupes, cariño –Dijo su esposa Barbara-, he dejado los potajes preparados.
- Menos mal que cambié el potaje por pizza antes de que se dieran cuenta. –Pensó Phil.
Pero al llegar a la cocina encontraron una sorpresa.
- ¡Aaaaaah! ¡Cucarachas!
¡Eso no, Barbara, lo otro!
- Ah, si.
- ¡Mirad! –Dijo Lloyd- ¡Alguien ha probado mi potaje!
- ¡También han probado el mío!
- ¡Mi pizza! ¡Me han robado la pizza!
- ¿Con que cambiando la comida, Phil? ¡Pues estás castigado un mes sin salir!
- ¡No es justo!
- Bueno, veamos la tele.
Al llegar al salón encontraron otra sorpresa.
- ¡Más cucarachas!
¿Te quieres callar con las cucarachas y seguir el guión?
- Perdón, es que me dan asco.
- ¡Alguien ha abierto el armario de los DVDs y los ha sacado!
- ¡Alguien se ha dejado la televisión encendida! ¡Con lo cara que es la luz!
- ¡Alguien ha puesto mi peli porno!
- ¡Phil! ¿Qué peli porno?
- ¿He dicho porno? ¡Quería decir cromo! ¡Eso es! Me falta uno para la colección.
- Casi cuela. ¡Seis meses castigados!
- ¡No es justo!
- ¡Alguien ha entrado en nuestra casa!
- ¡Revisemos la casa!
Cuando llegaron al baño, vieron otra sorpresa. ¡Y no eran cucarachas!
- ¡Aaaaaah! ¡Un pervertido!
- ¡Que no soy un pervertido! –Gritó el tío Jimmy. ¿Y tú que narices haces aquí?- Vale, ya me voy.
- ¡Alguien me ha destrozado mi comic!
- ¡Alguien me ha destrozado mi revista de “periodismo de investigación de los famosos”! –Es que no le gusta reconocer que son puros cotilleos.
- ¡Alguien sacó mi revista!
- ¿Otra revista guarra, Phil? ¡Un año castigado!
- ¡No es justo, no es justo, no es justo!
- Solo nos queda un sitio por mirar: ¡Las habitaciones!
Y así fueron cuarto por cuarto.
- ¡Alguien se metió en mi cama y arrancó mis posters de Bambi!
- ¡Alguien se metió en mi cama y les pintó bigote a Leo y Brad!
- ¡Hay alguien en mi cama!
- ¡Phil! –Gritó Barbara al ver el cuarto con los posters y todo- ¡Castigado de por vida!
Entonces Pin se despertó.
- ¿Queréis callaos? ¡Así no hay quien duerma!
- ¡Okupa!
Entonces Pin se dio cuenta de que eran los dueños de la casa y, si pensáis que salió corriendo, os equivocáis. Pin consiguió echar a la familia Diffy, la cual se fue con varios moratones, y se quedó con la casa. Y fue feliz y comió perdices.
- ¿Perdices? ¡Las odio! Mejor una pizza.
Bueno, y comió pizza.

Cuentos Infantiles - Capítulo 6

Cuentos Infantiles

(Los personajes aquí mostrados pertenecen a sus respectivos creadores. Yo simplemente los tomo sin ánimo de lucro.)

La Lizzie durmiente

Érase una vez que se era, en un pueblo medieval en el que por desgracia no tenían Orbit White aún, los reyes habían hecho una fiesta en honor a su hija recién nacida, Lizzie.
- Oh, que hermosa niña nos ha dado Dios –Decía con voz rara el señor McGuire, el rey del pueblo-, ¿Verdad, oh, amada esposa?
- Sam, ¿se puede saber por que hablas así? –Le preguntó la señora McGuire, la reina, con la niña en brazos.
- Es que no se actuar.
- Eso ya se nota. Ah, y por cierto, la niña la parí yo. Dios no hizo nada, así que no viene a cuento.
En lo que discutían, llegaron las tres hadas Mirandas; Miranda Uno, Miranda Dos y Miranda Tres.
- Oh, amada esposa, ya han llegado las tres hadas Mirandas.
- ¡Sam! Deja de hablar así, me pones de los nervios.
Miranda Uno se adelantó y dijo:
- ¿Podemos empezar ya? Es que tenemos que ir al concierto de los Back Street Boys.
- ¡Los Back Street Boys! ¡Aaaaaah! –Gritaron las tres hadas madrinas.
- Están locas –Dijo la reina-. Venga, acabad pronto, que tengo que ir a ver mi telenovela y saber si Carlos José se queda con María Claudia o resulta que es gay y escoge a Guillermo Sebastián.
- ¿Cómo? –Dijeron las hadas.
- ¿Pero vais a empezar o no?
Miranda Uno se adelantó y puso su varita mágica sobre la niña.
- Mi don será que tenga una voz melodiosa.
Miranda Dos hizo lo mismo y dijo:
- El mío será que nunca tenga problemas.
Pero cuando Miranda Tres fue a darle su don, una nube de humo entró y apareció Kate, la chica más popular, la bruja más malvada además de animadora.
- ¿Cómo es que nadie me ha dado invitación a mí, la chica más popular, la bruja más malvada además de animadora, para esta fiesta? ¡Pues como castigo mi don será que los otros dos quedan anulados y como soy animadora puedo dar un segundo don y es que, cuando cumpla los 14 años, se pinchará con una aguja y morirá! ¡Jajajajaja! ¡Pero que malvada soy! –Y se tomó un chicle Orbit White para mejorar su sonrisa- Toma Orbit White y serás más guay, no tanto como yo, pero casi. –Y desapareció.
- Oh, esposa, ¿qué haremos?
- ¡Sam!
- Vale, solo intentaba hacer mi papel.
- Hadas Mirandas, ¿qué podemos hacer?
Miranda Tres se acercó y dijo:
- Usaré mi don para ayudarla –Se acerca a Lizzie y blande la varita-. Mi don es que… ¡la niña tendrá su propio dibujito animado!
- ¡Miranda Tres!
- Vale, vale. Mi don será que, cuando se pinche el dedo, no morirá, sólo quedará en coma y el beso de un estudioso la despertará.
- ¿Un estudioso? ¿Y qué pasa con el príncipe de siempre?
- Créame, ya no quedan príncipes por ninguna parte. Por cierto, ¿no tienen Orbit White? Por que, ya saben.
- ¡Con Orbit White serás más guay! –Gritó todo el castillo a coro. (¿No se suponía que no se había inventado aún? Bueno, así es mejor)
Para evitar que su hija se pinchase con una aguja, las hadas Mirandas se encargaron de cuidar a la niña en una casita en el bosque.
Y así pasaron los años hasta el día antes de que cumpliera los 14 años. Las hadas Mirandas decidieron hacerle una tarta de cumpleaños pero sin magia, ya que Lizzie no debía saber que eran hadas, así que, cuando Lizzie preguntó por qué eran idénticas le dijeron:
- ¡Somos trillizas!
- ¿Y por qué os llamáis Miranda Uno, Miranda Dos y Miranda Tres?
- ¡Nuestra madre tenía poca imaginación!
- Ah. ¿Y por qué vivo como una campechana si soy hija de reyes?
- ¡Deja de hacer preguntas!
- Vale, vale. Histéricas. –Murmuró.
Cuándo las hadas intentaron hacer la tarta se dieron cuenta de que no sabían cocinar.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- Tranquila, no creo que sea tan difícil. Solo hay que seguir las instrucciones de este libro. “1001 recetas para toletas” de Carlos Arguiñano. ¡Y mirad! Viene con video de demostración y todo.
- Miranda Tres, no se si lo sabes, pero estamos en la edad media. Aún no se ha inventado el video, así que no nos sirve.
- Pero aún así tenemos el libro. Empecemos. “Preparativos: 100 mg de harina”. Necesitamos harina.
- ¡Voy! ¡Aquí está!
- Bien. “Dos cucarachas de azúcar”.
- ¡Marchando…! ¿Eh? ¿Dos cucarachas?
- ¡Uy! Me equivoqué al leer. Son dos cucharadas.
- Menudo susto me has dado, hermana.
Y así estuvieron intentando hacer la tarta… pero se quedó en “intentaron”, porque la tarta era una auténtica…
- ¡Catástrofe! Mira, a la porra el libro. Lo haremos con magia. –Blandió la varita y apareció una tarta digna de una boda real.
Pero lo que no sabían era que, fuera, había un chico con alas negras y muy guapo (Digamos que era el cuervo que salía en la peli de Disney, pero aquí es Ethan Craft… ¿Había un cuervo en la “Bella durmiente”?) que había visto todo y fue a avisar a Kate.
- Las he descubierto, mi señora. Están en una casita en el bosque.
- ¡Perfecto! Como premio, toma, un cachito de Orbit White.
- ¡Bien! ¡Con Orbit White seré más guay!
- Pero recuerda esto…
- Ah, sí, que no me descubran, porque si no, el plan para hacerse con el castillo no funcionará. Lo tengo todo memorizado. Adiós. –Y se marchó volando.
- No, lo iba a decir es que nunca sería más guay que yo. Aunque eso que ha dicho también vale.
Y así fue como Ethan, el chico-cuervo, siguió a Lizzie y las hadas Mirandas hasta el castillo al día siguiente, donde se iba a celebrar el cumpleaños de Lizzie y dónde le presentarían a su prometido.
- ¿De veras tengo que elegir marido ya?
- No. Ya está elegido.
- ¿Y si no me gusta?
- Pues te aguantas.
- Al menos me daréis un Orbit White, ¿no?
- ¡Tú sabes lo caro que cuesta eso?
- Vale, vale. Me he enterado… ¡No me queréis! –Y empezó a llorar.
- ¡O te callas o te mandamos al Rancho Neverland con Michael Jackson!
Lizzie se calló al instante. A Ethan, que estaba en un árbol, se le erizaron los pelos al oír la amenaza.
- ¡Qué miedo! Es peor que con la que me amenaza la bruja.
Flashback.
- ¡Si no descubres donde vive Lizzie pronto te mandaré al Coco!
- ¡No! ¡El Coco no!
- ¡Pues se útil y tráeme un Orbit White para ser más guay!
Fin del flashback.
A Ethan se le volvieron a poner los pelos de punta.
Cuando llegaron al castillo, a Lizzie la dejaron en su cuarto para que se preparara para la fiesta, con tan mala suerte, que apareció Kate con una aguja y unos bordados.
- ¿Y tú quién eres?
- Soy la tejedora del pueblo. ¿Quieres coser conmigo? ¡Es divertido!
Cuándo Lizzie fue a coger la aguja, se pinchó y cayó al suelo, muerta.
- ¡Jajajajaja! ¡De veras que soy malvada! – volvió a tomarse otro Orbit White para mejorar todavía más su sonrisa- Y recuerda, si quieres ser casi tan guay cómo yo, toma Orbit White. –Dicho esto, desapareció.
Cuando encontraron muerta a Lizzie, recordaron la maldición (¡Qué despistados! ¡No se acordaban! ¿Entonces por que la mandaron con las hadas?) y decidieron poner a Lizzie en una torre esperando la llegada del estudioso que se suponía que la salvaría.
Mientras, no muy lejos de allí, se encontraba un chaval que era muy estudioso. ¿Sabéis por qué era tan listo? ¡Porque todos los días masticaba Orbit White, que, además de hacerte más guay, también te hace más listo! El chaval en cuestión, que se llamaba David Gordon pero todos le llamaban Gordo aunque fuese más flaco que una escoba pero es que Gordo sonaba más corto que David Gordon así todo junto, (¿Todo eso lo dije sin una coma?) había oído hablar de la maldición de la princesa y decidió deshacerla… porque si lo hacía aprobaba su examen de iniciación a príncipe encantado y le daban una cajita de Orbit White.
Pero lo que el chaval no sabía era que Kate, la más popular y malvada además de animadora le había preparado una trampa. Había cubierto el castillo con un enorme bosque de espinas, pero con ayuda de Pétalo, Burbuja y Cactus que no se que pintan en este cuento pero lo que importa es que logró llegar hasta la entrada donde Kate, la popular y malvada bruja además de animadora, le esperaba.
- Aparta de mi camino, marioneta de la sociedad.
- ¿Qué me has llamado? ¡Pues ahora me convertiré el ser más horrendo de la tierra y te destruiré!
La malvada animadora se transformó en… ¡Tudgmen!
- ¡Chewbacca mola!
- ¡Aaaaaah! ¡Tudgmen! No importa, tampoco da tanto miedo.
De repente Tudgmen pone la voz de Darth Vader.
- ¡Yo soy tu padre!
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Tanto miedo tenía que lanzó la espada sin querer y, por casualidades de la vida, que mira tú que son muchas, le dio a Tudgmen en medio del pecho, haciendo que este desapareciera.
- ¿De veras que lo he vencido?
Y subió hasta la torre, besó a Lizzie… pero no despertó…
- ¿Por qué no despierta? ¡Ah, claro! Me olvidaba de los Orbit White.
Se tomó un Orbit White y volvió a besar a Lizzie. Esta vez si despertó.
Y así vivieron felices, masticaron Orbit White y el Orbit White se comercializó en todo el reino.