viernes, 22 de enero de 2010

Aquí No Hay Quien Haga Magia - Capítulo 3

Aquí no hay quien haga magia

Aviso: Ni los personajes Harry Potter ni los de Aquí No Hay Quien Viva son míos, sólo los tomo prestado sin animo de lucro.
Nota: Las palabras en cursiva son pensamientos, cambio de escena, flashbacks, etc.

Capítulo 3- El nuevo integrante del RPI y la resurrección de Paloma.

00:01, una cueva extraña en un lugar extraño.

Dos figuras masculinas charlaban en la profunda oscuridad de aquella noche sin luna. (Me ha salido para un best seller, ¿eh?)
- Es un placer conocerle, señor Ryddle.
- Por favor, llámeme, simplemente… ¡¡¡LORD VOLDEMORT!!! ¡¡¡MUAJAJAJAJA!!!
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Vale, señor Lord Voldemort.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¿Cómo hace eso?
- ¿El qué?
- Lo de los truenos, las bombas, los gritos y los perros.
- No se a que se refiere, señor Álvarez.
- ¿Cómo que no? Escuche. Lord Voldemort.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Aaah, eso. Lo hago desde pequeñito. Es fácil. Pruebe.
- Haber, haber –Carraspea-. Rafael Álvarez.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¡Hala! ¡Me ha salido! Bueno, a lo que estamos. Usted se encarga de Dumbledore y los suyos y yo me encargo de los profesores.
- ¿Puedo preguntarle como lo hará?
- Una de las profesoras es mi hija, y puedo disuadirla para que abandone el colegio con los otros profesores.
- ¿Usará la maldición Imperios?
- No, les ofreceré un falso viaje a las islas Fijis. No se resistirán.
- Ha sido un placer hablar con usted, señor Álvarez.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Lo mismo digo, señor Voldemort.
Se oyen truenos, bom…
- ¡A callar ya! ¡Que hay gente intentando dormir!
- ¡Vale señora! Bueno, ya nos veremos.

Mientras, en Hogwarts, exactamente en el dormitorio de Harry, Ron, Dean y Seamus.

Ese curso, extrañamente, a Neville no se le había visto un pelo. En su lugar estaba una especie de criatura con la cara llena de espeso pelo negro empeñado en que era Neville y un no-se-sabe-qué de que los profesores le habían usado en los experimentos de-no-se-qué. Tonterías, vamos.

- ¡De vedad que soy Neville!
- Cállate, bicho raro. El auténtico Neville tenía menos pelos que un delfín.
- Además intentamos dormir.
El bicho feo salió llorando de la habitación.
- Al fin podremos dormir. –Dijo Ron. Se equivocaba.

A los cinco minutos.

- ¡Eh, Potter!
Harry se levantó sobresaltado por la voz que venía de… ¿fuera?
- ¿Pero que…? –Se asoma a la ventana y ve a Draco asomado a una ventana en el piso inferior- ¿Qué demonios quieres?
- Cotilleos, prensa rosa, amarilla y de todos los colores, trapos sucios, ya sabes, esas cosas.
- ¿Por qué crees que yo tengo de eso? ¿Y para qué lo quieres?
En la misma ventana que Draco se asomó la profesora Marisa.
- Para pasar su examen del RPI, ¿para qué si no?
- ¿RPI?
- Mira, Draco, y toma ejemplo. ¡Potter! ¿Tú eres virgen?
- ¡Profesora! ¡Eso es privado!
- ¡Ajá! ¡Lo confiesas!
- ¡No, señora, no he confesado nada!
- ¡Vamos, Potter, que no te de vergüenza!
- ¡Cállate, Draco!
- Vamos a por la otra, la sangre sucia, Draco, que este es un egoísta que no quiere compartir sus intimidades.
- Potter, eres un egoísta.
- Ay, Señor, Señor.
- ¡Draco, corre, que viene el Cuesta!

A las 7:30, en el despacho del director.

El profesor Cuesta estaba reunido con los demás profesores, los cuáles estaban de pié delante de la mesa del director, el cual estaba sentado en su sillón más chulo que un ocho.
- He convocado esta reunión –Empezó el profesor Cuesta- a petición de Emilio. Al parecer tiene una queja.
- Más bien dos. Primero; yo sólo no puedo limpiar el castillo entero, ¡quiero un ayudante! Y segundo, ha llamado doña Paloma, que dice que viene a pasar un tiempo aquí con los niños.
Al oír esto, Isabel se puso de los nervios, ya que ella es la amante del señor Cuesta.
- Haber, Emilio –El profesor Cuesta estaba igual de nervioso-, ¿porqué no llamas a Belén para que te ayude a limpiar? ¿No está en paro?
- ¡Es verdad, voy a llamarla ahora mismo!
Isabel se levantó y fue dónde el director.
- ¡Pero Juan! ¿Paloma no estaba en coma?
- Despertó ayer, se me olvidó comentarlo.
- ¿Y qué haremos ahora?
- ¡Pues tirarla por la ventana otra vez! ¡Y luego lo celebramos con Chinchón!
- ¡Marisa, por favor! Bueno, ¿alguien tiene algo que decir?
Mauri levantó la mano.
- Dime, Mauri.
- Yo también quiero un ayudante. No puedo contar con Emilio para las demostraciones y si no tengo demostraciones los niños no aprenden.
- Vale, puedes llamar a alguien para que te ayude.
- ¿Puedo tener dos ayudantes?
- Vale, pero tú cargarás con las culpas si sucede algo
- ¡Qué sí, vale! Bueno, me voy a llamar a Bea.
- Bueno, se da por terminada la reunión.
- Sí, por que ahora tengo clase de herbología con los de sexto.
- Aunque primero tengo que hablar seriamente con usted, Marisa.
- ¿Conmigo?
- ¿Qué hacía usted a medianoche con un alumno por los pasillos? ¿No estará teniendo relaciones con los estudiantes, verdad?
- ¡No digas bobadas, presi!
- Ahora soy director.
- ¡Eso da igual! Además, ese Malfoy es menos macho que Mauri.
- ¡Eh! ¡Que le oigo!
- Mire, Marisa, como le vuelva a ver con un alumno por los pasillos a esas horas de la noche le…
Las puertas se abren de golpe y entra una mujer… como decirlo… “pechugona” con dos niños.
- ¡Cariño! ¡Despierto del coma y resulta que te vas a un colegio de magos! ¡Eso no se hace, Juan! ¡Hombre ya!
- Paloma, cariño, yo…
- ¡Ni yo ni nada, Juan! ¡Y encima me dejas a los niños solos en casa! ¿Y si llegase un atracador?
- Paloma, creo que Natalia es mayorcita para cuidarse ella misma y de su hermano. Creo que…
Mientras Paloma y el profesor Cuesta discutían, Marisa se da a la fuga. En los pasillos se encuentra con Concha y Vicenta.
- El Cuesta casi me pilla. Bueno, me voy, que tengo clase con los de séptimo, que me he enterado que ahí hay dos gemelos que son la bomba haciendo cubatas. Federico y Jorge me parece que se llaman y me han dicho que son hermanos del Ronaldo ese. Vigilad al nuevo, que tiene mucho que aprender.
- Vale.

8:00, invernaderos.

-Hola de nuevo, chicos. Hoy vamos a estudiar las cualidades mágicas de las margaritas silvestres, así que vamos fuera a buscar margaritas. Y espero que no pase un incidente cómo el de ayer. –Mira a Draco y Harry con cara seria.
Cuándo salieron, la profesora los dividió en grupos de cinco y los esparció por zonas.
- ¿Por qué nos ha tenido que poner con esos tres?
Ron estaba apoyado en un árbol junto a Harry mientras se quejaba por que le tocó con Lavender, Parvati y Draco, quienes estaban jugando entre las flores. ¿Hace falta decir a estas alturas que Draco no es muy “machoman” que digamos?
- Bueno –Empezó a decir Harry-, piensa que Hermione está peor.
En otro lado, Hermione intenta sobrevivir a Pansy, Blaise, Crabe y Goyle.
- ¡No huyas, asquerosa sangre sucia!
- ¡¡¡Socorro!!!
De vuelta con Harry y Ron.
- Dime una cosa, Ron, ¿a ti te gusta Lavender?
- Bueno… sí.
Entonces escucharon un murmullo detrás del árbol. Se asomaron y vieron a Draco apuntando algo en un bloc de notas.
- A… Ron… le gusta… Lavender… punto.
- ¡Draco! ¿Qué te crees que estás haciendo?
- Ya que Harry no quiere compartir su intimidad con el RPI, tendré que hacerlo de in fraganti.
- ¿Pero qué es eso del RPI?
- Son las siglas de “Radio Patio Information”.
- ¡Déjate de novelerías!
- No es novelería, es periodismo de investigación.
- ¡Mira, Malfoy, nos tienes hartos! ¡Ron, a por él!
Harry y Ron empiezan a pelear con Malfoy, mientras Lavender lo filmaba todo y Parvati Mantenía el micrófono en alto para captar los gritos de guerra de Harry y Ron y los… chillidos de nenaza de Malfoy.
- Oye, Lavender.
- Dime, Parvati.
- ¿Por qué tu eres la que graba y yo la que tiene que sostener este micro tan pesado?
- Porque sólo sirves para eso.
- Aaaah. ¿Sabes? Si no te conociera creería que te estas metiendo conmigo.
- No digas tonterías.
Entonces llega la profesora Isabel y les para.
- ¡A esto me refería con lo de que no pasara lo mismo de ayer! ¡Parad! ¡Al despacho del director!
- Jo… –Dijeron Harry y Ron a la vez.

En el despacho del director.

Paloma seguía discutiendo con el profesor Cuesta en el momento en el que entraron Harry, Ron, Draco, Lavender, Parvati y la profesora Isabel. Draco estaba llorando como una niña pequeña. Ron, harto, empezó a gritarle.
- ¡Compórtate como un hombre, leches!
- ¡Buaaaa!
Fue entonces cuando el profesor Cuesta se enteró de la presencia del grupito.
- ¿Qué ha pasado?
Cuando Paloma vio a Isabel fue cuando estalló el volcán.
- ¡Tú! ¡Tú me tiraste por la ventana, asesina!
- ¡Socorro, Juan!
- ¡Paloma, por favor!
Harry y Ron miraban la escena con cara de vergüenza ajena.
- Menudo ejemplo dan.
- Si, pero son una buena fuente de información. –Dijo Malfoy mientras apuntaba cosas en el bloc.
- ¿Pero tú no estabas llorando?
- Es verdad… -Guarda la libreta y vuelve a llorar- ¡Buaaaa!
Fue entonces cuando Harry se dio cuenta de que una chica que estaba allí sentada le había estado mirando desde hacía rato.
- ¿Qué miras?
- A ti –Dijo la chica descaradamente- Me llamo Natalia. Soy la hija del director. ¿Tienes algo que hacer el sábado por la noche? –La chica le guiña un ojo, lo que hace que Harry se sonroje.
- ¡Natalia! –La señora Cuesta había visto lo que dijo su hija- ¿Cuántas veces te he dicho que no invites a salir a los desconocidos?
- Paloma, ya seguiremos hablando luego, que me tengo que ir a dar clases.
- Date prisa, Juan. ¡Tenemos mucho de que hablar!

9:00, aula de Historia de la Magia.

La clase estaba llena de maquetas de barcos por todas partes. En el escritorio estaba el señor Cuesta jugueteando con la barita.
- Buenos días, clase. En la clase de hoy de historia de la magia estudiaremos a magos de espectáculos famosos. ¿Alguna pregunta?
Hermione levantó la mano.
- ¿Si?
- ¿No se supone que esos magos son de mentira?
- No todos. Mira a Juan Tamariz.
- ¿Quién?
- El hombre ese del violín, ya sabes.
Hermione se quedó desconcertada, creyendo ese tal Juan Tamariz fue un gran mago que hacía magia tocando un violín. O sea, que se montó su propia película.
- ¿Alguien sabe nombres de magos de espectáculos?
Nadie levantó la mano.
- Vamos, seguro que alguno debéis de conocer.
Nada, que nadie sabía.
- Bien, pues empecemos estudiando a Houdini.
De repente Harry levantó la mano.
- Dime, Harry.
- ¿Es normal que la varita empiece a soltar humo?
En efecto, la varita del señor Cuesta empezaba a echar humo desde la mesa, ¡y apuntaba a Hermione!
- ¡Se ha sobrecalentado! ¡No debí usarla para intentar convertir las escaleras en escaleras mecánicas! ¡Huid, chicos! ¡Huid!
Todos salieron corriendo menos Hermione, que estaba buscando a Juan Tamariz en su libro de magos famosos.
- ¡Hermione, sal de ahí!
- Ahora no, Ron, estoy ocupada.
- ¡Pero estás en peligro!
- Tonterías.
De pronto la varita suelta un rayo de luz morado que da de lleno a Hermione.

10:00 De camino a la torre de adivinación.

Harry y Ron estaban hablando sobre el accidente de Hermione.
- ¿Crees que Hermione estará así para siempre?
- Espero que no.
Hermione se había transformado en una campesina con unas gafas de culo de botella, una boina y un bastón de pastor y decía llamarse Paca.
- ¡Jarri! –Decía ella con una voz muy campurriana y unas paletas enormes- ¿Sabes donde metí el saco papas?
- No, Hermione.
- ¡Y dale! ¡Que soy Paca!
- Si no nos damos prisa no llegamos a adivinación.
- ¡Yo me voy a cuidar las cabra!
- Es verdad, que tú no tienes adivinación.
- ¿Adiviqué? ¿Qué eso?
- Nada, Paca. Nada.
Una vez llegaron a la torre de adivinación, Harry y Ron vieron que la profesora no había llegado. Entonces aprovecharon y se pusieron a mirar a Hermione por la ventana corriendo detrás de unas cabras que no se saben de donde salieron, posiblemente venían incluidas con el conjuro. Estuvieron largo rato mirando las tonterías que hacía Hermione, como intentar ordeñar una cabra con magia, pero lo único que consiguió fue que la cabra se convirtiera en la Pantoja de Puerto Rico. Entonces Ron se dirigió a Harry.
- ¿No se está retrasando un poco el profesor?
- Si, hace media hora que debería haber llegado.
Entonces entró por la puerta, despacito y refunfuñando, una señora mayor con un bastón.
- ¿Quién fue el imbécil que puso el aula tan arriba? ¡De seguro fue ese chorizo! ¡Nos promete unas escaleras mecánicas y no cumple su palabra!
- ¿Es esa la nueva profesora? –Le murmuró Ron a Harry- ¡Pero si es viejísima!
La anciana tomó asiento con gran dificultad y echó una mirada a la clase.
- Buenas tardes –Dijo unos cinco minutos después-, me llamo Concha y seré la profesora de adivinación de este curso. ¡Y advierto que al que se pase un pelo lo lanzo de cabeza por la ventana! Si alguien tiene una pregunta que levante la mano.
Una mano peluda se alzó.
- Dime, cosa peluda.
- ¡Soy Neville!
La clase entera soltó una carcajada.
- ¡Este alumno nuevo es la bomba! –Reía Ron- ¡Siempre empeñado en que es Neville! ¡Jajaja!
La cosa peluda salió llorando del aula.
- ¡A callar!
La clase enmudeció ante los berridos de la señora Concha.
- Mucho mejor. ¿Alguna otra pregunta? ¿No? Pues abrid vuestro libro por la página 362.
Harry levantó la mano.
- ¿Qué quieres? –Preguntó la profesora cansinamente.
- El libro sólo tiene 279 páginas.
- Imposible, el mío tiene 704 páginas.
Ron se acercó al libro de la profesora, que tenía por título algo escrito en español que Ron no entendió y que murmuró por lo alto, pues nunca supo leer en silencio. Pobre criatura.
- Ra… dio… paaa… tiiio…
La profesora se dio cuenta de que Ron estaba husmeando en sus cosas y corrió a regañarle.
- ¡Deja de ser tan coti…! ¡Anda! –Exclamó al ver el libro- ¡Este no es mi libro de adivinación, este es el manual de Radio Patio que le tenía que dar a Malfoy! Entonces, ¿dónde está mi libro?

Mientras, en el pasillo.

Draco tenía en sus manos un libro titulado “Aprenda a leer las cartas del tarot desde casa”.
- ¿Y esto que tiene que ver con Radio Patio? –Se preguntó Draco para sí mismo- ¡Ah! ¡Seguro que es una forma de saber lo que va a pasar y así llegar antes al lugar de los hechos! ¡Toma! ¡Tengo ventaja!
Que equivocado estaba. Pobre diablo.

De vuelta a la clase de adivinación.

- ¡Yo sin mi libro no puedo dar clases –Dijo la señora Concha que parecía estar al borde de un ataque-, y no pienso volver a bajar! ¡Me daría algo!
- ¿Y si tomamos la clase libre? –Ron tenía un brillo de esperanza en sus ojos, pues deseaba salir de esa clase cuanto antes, pues tenía que, digamos, contestar a la llamada de la naturaleza. ¿Me entendéis?
- ¡Si, hombre! ¡Con lo que me ha costado llegar! –Gritó la señora Concha- Todavía me acuerdo de algunas cosas. Veamos, lección primera, “Echar las cartas”. Coged cada uno una baraja de cartas de tarot que hay sobre mi mesa.
Cada uno cogió una baraja y comprobó que eran del tarot. Pero Ron, al comprobar la suya se percato de que las cartas tenían dibujos de espadas, monedas, porras y copas.
- Profe, mis cartas tienen algo raro.
- Son cartas Españolas.
- ¿Y estas también sirven para predecir el futuro?
- Incluso son mejores.
- ¡Toma! ¡Tengo ventaja!
- Antes de empezar os pondré un video de una famosa vidente para que os hagáis una idea.
La profesora se acerca a un extraño aparato semejante a una caja negra con antenas y una especie de boca. Entonces mete su mano en el bolso y saca una extraña cajita que introduce en la boca de la criatura.
- Seño, ¿qué es esa criatura? –Preguntó Parvati.
- Es una televisión, atontada.
- ¿Y que se ha comido?
- ¡Una cinta de video! ¿Cómo es posible que seas tan tonta?
La profesora le da a un botón que decía “START” y la televisión se encendió. En las pantallas se leía en letras grandes “LA BRUJA LOLA MONTERO, FAMOSA EN EL MUNDO ENTERO”. En la pantalla apareció una vieja, rubia de bote y muy fea que hizo gritar a todos como la mujer de la ducha en “Psicosis”.
- Buenas noches –Decía la bruja Lola-, soy la bruja Lola, su amiga y vidente.
- ¿Desde cuándo me conoces? –El pobre de Ron creía que hablaba con la bruja en vivo y en directo.
- ¡Cállate!
- Lo siento, seño...
- Hoy –Seguía diciendo la bruja-, como todas las noches, recibiré vuestras llamadas telefónicas para ayudaros con mis poderes.
- ¿Qué es una llamada telefónica? –Soltaron los alumnos, todos a la vez.
Doña Concha no dijo nada, solamente los miro amenazadoramente, haciendo el silencio.
- Tenemos la primera llamada –Dijo la bruja-. ¿Tú nombre?
- Hola –Sonó una voz de mujer joven-. Si no le importa me gustaría mantenerme en el anonimato.
- Vale, no diremos que te llamas Mercedes. ¿Con cuál nombre quieres identificarte?
- María.
- Vale, Mercedes, ¿qué te gustaría saber?
- Me gustaría saber el número de la lotería.
- ¡Basura! –Gritó ofuscada la bruja- ¡¿No sabes que no me gusta que me pregunten por premios, concursos y similares?! ¡Es algo rastrero! ¡Te voy a poner dos velas negras!
- ¡Pero necesito ese dinero! Mi abuelita está enferma de cáncer y no puedo pagar la operación en Houston.
- ¡Me da igual! ¡Y, encima, le pondré tres velas negras a tu abuela! ¡Vete al infierno, Mercedes!
- Se acabó –Dijo doña Concha mientras apagaba la televisión-. Teniendo en cuenta lo que habéis visto, os voy a mandar los deberes de la página 7; me hacéis los ejercicios 1, 2 y 4 para la próxima clase. Usad las barajas que os he dado. Adiós. ¿Y ahora que hago? ¿Bajo o me quedo aquí?
Y, mientras la profesora pensaba qué hacía, sonó la campana que indicaba el inicio del recreo.
Jardines de Hogwarts.
- Veo que estás normal de nuevo. –Hermione ya se había recuperado del hechizo campesino y Harry y Ron le contaban las clases de adivinación.
- Sigo pensando que las clases de adivinación son inservibles. –Dijo Hermione.
- ¿Qué toca después del recreo?
- Defensa contra las artes oscuras.
- ¡Aaaaaah! –Gritó Ron- ¡No quiero ser otra vez un Drag Queen!
- No te preocupes –Dijo la castaña-, tengo una idea.
De repente se oyeron gritos procedentes de la ventana del vestuario femenino desde donde el cual Harry había espiado a Cho durante los últimos años.
- ¿Qué pasa? –Preguntó Hermione a las chicas del vestuario.
- ¡Un viejo verde nos estaba espiando! ¡Aaaaaah!
Entonces Ron oyó un ruido cercano. Se dio la vuelta y vio, entre los matorrales, a un vejestorio con un traje de látex negro y unas gafas de visión nocturna dignas de Sam Fisher.
- ¡Ahí está!
- ¡Porras, me han visto! –Gritó el viejo a la vez que salía corriendo.
-Déjalo, ya le cogeremos luego –Dijo Hermione-. Ahora toca preparar el plan anti-Drag.
En el aula de DCAO.
Cuando el trío llegó a la clase el profesor Mauri no estaba. En su lugar había una mujer con el pelo rubio oscuro.
- Hola, yo soy Bea y hoy sustituiré a Mauri que está “enfermo”.
En realidad estaba en su cuarto hablando por teléfono. ¿Cómo, si en Hogwarts no hay electricidad? Digamos que era un teléfono mágico.
- Sí, Fernando, yo también te quiero. Oye, ya que sale el tema, ¿qué tal si salimos esta noche? No, claro que no tengo nada que hacer.
Haber, que se va el tema. Estábamos en clase de pociones con Marisa, ¿no?
- Y ahora mezclamos el whisky con la cerveza y...
¡No! No, no, no, era Defensa con Bea. Qué despiste... ¿Veis como se me va el tema de nada?
- Bien, hoy practicaremos el hechizo para... Eeer... ¿Se puede saber quién ha metido “eso” en clase?
Al final de la clase se encontraba una especie de orco del Señor de los Anillos con una indudable cabellera roja.
- Es Ron, profesora. –Dijo cierta castaña.
- Hermione –Le susurró el orco-Ron-, ¿se puede saber que pasó por tu cabeza para vestirme así?
- ¿No has visto como viste el grupo Lordi? Pues me pareció que quedarías bien vestido así.
- Vale, ¿pero como va a evitar esto que me transforme en un Drag Queen?
- ¿Te creíste aquello? ¡Jajaja! Era sólo por dejarte en ridículo. ¡Jajaja!
- ¡Yo a ti te mato!
- Esto... ¿Podemos seguir la clase?
- Perdón, seño. A la salida te enteras, Hermione.
Hermione respondió sacando la lengua.
- El hechizo de hoy es “¡Awandecandemorl!” que sirve para volver a criaturas muy agresivas en criaturas más dulces y mansas. Para el ejemplo necesito a un voluntario. ¿Alguien se ofrece? ¿Nadie? Vale, tú mismo, el rubio oxigenado.
- ¡Es rubio natural! –Replicó Draco.
- Vale. ¡Mariano! ¡Traiga el dragón!
- ¿Dragón? ¡Nadie habló de un dragón!
Un vejestorio entró con un dragón furioso. Todos reconocieron de inmediato al viejales. Era el que habían visto espiando en el vestuario de chicas hacía un rato.
- ¡Es el pervertido! –Gritaron todas las chicas a la vez.
- ¿Pervertido? –Bea miró extrañada al viejales- ¿Fuiste tú, Mariano?
- Bueno, puede que sí. –Contestó el susodicho.
- ¡Es usted un mal bicho!
- ¡Diga que sí, seño! –Dijeron a coro las chicas.
- Venga, rubio de bote.
- ¡Que es rubio natural!
- Vale, vale. Recuerda pronunciar la palabra bien clarita y en alto. Repite conmigo; “¡Awandecandemorl!”.
- “¡Awandecandemorl!” –Pronunció Draco con una soltura excelente y un rayo púrpura dio de lleno al dragón.
Al instante, el dragón se convirtió en un pequeño y adorable conejito.
- ¡Oh, que mono! –Eso lo dijo Draco, no las chicas- ¿Me lo puedo quedar? ¡Porfis!
- Pues claro, yo no lo quiero para nada.
- ¡Sí! Te llamaré Júnior.
- Sólo él es capaz de llamar Júnior a su mascota. –Dijo Ron.
- Bien –Continuó Bea-, para la próxima criatura necesitaré un último voluntario.
El vejete llamado Mariano apareció de nuevo, ahora con una esfinge.
- ¿Quién se atreve?
Ron, que pensó que, si Draco pudo con el dragón, él podría con una esfinge y se adelantó para ofrecerse voluntario.
- Vale... ¿Cómo te llamabas?
- Ron.
- Vale, Ron. Di alto y claro “¡Awandecandemorl!”.
- “¡Awandecandemor!”.
- ¡No! ¡Mal! ¡Es con ele final!
El rayo de luz púrpura rebotó en la esfinge y dio de lleno a Ron, lanzándolo varios metros hacia atrás.
- ¡Ron! ¿Estás bien?
- ¡Guau! ¡Guau!
- ¿Eh?
De entre las ropas de orco salió un perrito marrón muy bonito.
- ¡Oh! ¡Qué mono! –Dijeron las chicas a coro.
- Harry, mejor lo llevamos a la enfermería.
- Sí, pero, ¿no nos saltaríamos la siguiente clase, Hermione?
- Yo lo llevaré –Dijo Bea-. Total, no tengo nada que hacer.
- Gracias, profesora. Hermione, ¿que nos toca ahora?
- Deja que mire mi horario –Hermione sacó su horario y puso cara de miedo-. ¡Oh, no! ¡Nos toca Encantamientos!
- ¿Y?
- ¡Pues que la profesora es...!
Aula de Encantamientos.
- ¡Hola! ¡Me llamo Vicenta! ¿Queréis una croqueta antes de empezar la clase?
En efecto, la loca de las croquetas era la profesora de Encantamientos.
- ¿Nadie quiere? Entonces empecemos la clase. Hoy aprenderemos a conjurar...
- Por favor –Rezaba Harry-, que no sean croquetas. Por favor, que no sean croquetas.
- ¡Croquetas!
- ¡Ouch! –Gritó Harry al mas puro estilo Homer Simpson.
- Lo primer –Comenzó la profesora- es sacar la harina. ¡Vamos! ¿A qué esperáis?
Los alumnos, después de un rato intentando encontrar harina, la consiguieron encontrar tras media hora, ya que, aparte de que la harina estaba bien escondida, ellos no tenían ni idea de lo que era, ya que la comida en el mundo mágico se hace mágicamente sola o por encargo a muggles. Los únicos que sabían que era la harina eran Hermione, Harry y Draco, la primera por haber visto a su madre muggle hacer galletas, el segundo por que sus tíos le obligaban a hacer galletas para Dudley y sus amigos en el cumpleaños de este y el último sabía de la existencia de la harina por que en el campamento de los Boy Magic Scout él fue el que más medallas tuvo por cocinar.
- Ahora que tenemos la harina, niños –Dijo Vicenta con el mismo tono que había usado Umbridge con ellos el año pasado, tratándolos como niños-, hay que mezclarla con agua y...
Un cuarto de hora después ya todos habían hecho la forma de las croquetas y sólo faltaba hornearlas. Lo cierto es que sólo salieron 30 croquetas perfectas, las diez de Hermione, las diez de Harry y las diez de Draco. Las croquetas de los demás o se habían extraviado (¿Como se puede extraviar una croqueta? ¡No tienen patas!) o se las había comido Ron (Eso podría explicar lo primero...) o su forma parecía una... cosa... rara... (Sin comentarios...)
- Vaya –Dijo Vicenta-, las croquetas os han salido... monas... –Mentira cochina.
- ¡Seño! –Dijo Draco como niño pequeño- ¿Las metemos ya en el horno?
- Pues claro, niños. Venga, metedlas en el horno.
Ni que decir que se pegaron un buen rato buscando el horno, que también estaba bien escondido. Vale, esto hay que explicarlo. Una de las consecuencias de la demencia senil es que escondes las cosas, como para evitar que te las quiten. ¿Alguien tiene alguna duda sobre el estado mental de Vicenta ahora? Pues bueno, cuando lo encontraron a todos les entró un miedo aterrador al ver esa cosa con una boca que parecía que te iba a tragar. Todos retrocedieron excepto tres alumnos que no hace falta nombrar.
- ¡Que valientes! ¡Se van a enfrentar contra la Bestia-con-gran-boca-que-te-traga-y-luego-te-vomita! –Dijo Ron, que ya le había puesto nombre y todo a la bestia.
- Por favor –Hermione se impaciento y puso esa cara de “Estoy rodeada de enfermos mentales”-, es solo un horno. Sirve para calentar.
- ¡Entonces es la Bestia-con-gran-boca-que-te-traga-y-luego-te-vomita-que-escupe-fuego! ¡Sálvese quien pueda! ¡Mujeres, niños y pelirrojos primero!
Y mientras los estúpidos (¡Es que no hay otra palabra para definirlos!) huían la campana anunció el final de las clases.
- Decidles a vuestros compañeros –Dijo Vicenta a los tres que se habían quedado- que mañana sacaremos las croquetas y les daremos vida para después transformarlas en un Power Croqueta Ranger.
- ¿Pero no eran para comer? –Preguntó Draco.
- ¡Claro que no! Esto es clase de encantamientos, no de cocina.
- ¡Sí! ¡Nos libramos! –Dijo Harry por lo bajo a Hermione.
- Sí, pero Ron se llevará una desgracia.
- Da igual, ya ha comido mucho hoy. Vamos a comer.
Cuando Hermione llegó al Gran Comedor sola, ya que Harry había recibido la “llamada de la naturaleza” a medio camino, se quedó pasmada al ver un cartel que ponía “Restaurante-Espectáculo Come Y Calla” y un símbolo de dos C entrelazadas. ¡Habían convertido el Gran Comedor en un restaurante con espectáculo!
- ¡Dios Santo! ¡Qué han echo!
- ¿Qué pasa? –Harry había llegado del baño y había visto a Hermione ahí parada, mirando el Gran Comedor.
En vez de las cuatro mesas de siempre estas habían sido cambiadas por miles de pequeñas mesas redondas con taburetes. En una esquina había una barra de bar. Pero lo que más asustó a Hermione fue que, donde antes estaba la mesa de los profesores, había un área elevada, un escenario. En el había una silla extraña y, los que más asustó a Hermione... ¡Una barra de hierro! Hermione se temía que para lo único que servía era para...
- ¡Viva! –Gritó Harry- ¡Un striptease! No veía uno desde que el tío Vernon quitó el canal Playboy.
- ¡Tú no vas a ver ningún striptease!
- ¡Jo!
- ¡Ni jo ni nada!
Entonces, cuando Hermione se disponía a arrastrar a Harry afuera, se apagaron las luces empezó a sonar la música de Full Monty.
- ¡Déjame ver aunque sea como empieza!
- ¡Que no!
¿Acaso Hermione estaba celosa? Esa fue la pregunta de Draco, que estaba tomando nota de todo en su bloc de RPI. Con esa noticia se ganaría el sobresaliente en su examen de RPI.
Entonces ocurrió la Hecatombe. Nada más salir la bailarina de Striptease todo el mundo empezó a gritar, huir o vomitar en las esquinas.
- ¡Eh! ¡No os paséis! –Dijo Paco, el profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas- ¡Que Lourdes no es tan fea!
Lourdes salió llorando del escenario, como buen monstruo del pantano que es... ¡Eso lo ha dicho Parvati!
- ¡No, cariño! ¡No quería decir que eres fea! ¡Estáis todos suspendidos!
En la puerta, tanto Harry como Hermione, y también Draco, que se encontraba en su escondite, estaban mareados por el penoso espectáculo.
- Vámonos, Hermione... Creo que voy a vomitar.
- Yo también...
Mientras subían, Draco, aun mareado, hizo algo que no debería de haber echo; revisar sus notas.
- Haber; tengo lo de que a Ron le gusta Lavender, la pelea del director con su esposa, la... ¡Bueeeeeerg! –Draco se había vomitado encima de la libreta. Y es que leer cuando estas mareado no es bueno-. ¡Noooooo! ¡Mis notas! Tendré que escribirlas de nuevo... ¡Jo!
En la misma cueva extraña en el mismo lugar extraño del principio.
- ¿Tiene preparado su plan, señor Álvarez?
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- Por supuesto, señor Voldemort.
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¿Me lo puede contar?
- Mi plan consiste en enviar una cesta de navidad a todos los profesores con lo típico; jamón, cava, turrón y esas cosas.
- ¿Y eso de que nos sirve?
- Los productos de la cesta estarán caducados, creando así la indigestión masiva de los profesores y que no puedan defender el castillo cuando ataquemos.
- ¡Es un plan muy malvado! Me gusta.
- ¿Y el suyo?
- Yo mandaré a mi horda de dementores a que absorban las almas de los alumnos que no se unan a mí. ¡MUAJAJAJAJA!
- ¡Hay que ver lo malvados que somos, Lord Voldemort!
Se oyen truenos, bombas, gritos y ladridos de perros.
- ¡Y que lo diga, señor Álvarez!
Se oyen truenos, bom...
Un rollo de cocina es lanzado contra la cabeza de Voldemort.
- ¡Que os calléis ya, leñe! ¡Hay gente intentando dormir!
- ¡Sí, señora! ¿Está bien, Riddle?

¿Qué tramaran Lord Voldemort y el señor Álvarez? ¿Qué le pasó a Neville? ¿Será esa bestia peluda pariente del monstruo del pantano? ¿Harry es virgen o no? ¿Cómo se enteró Paloma de que Juan estaba en Hogwarts? ¿RPI? ¿No era CSI? ¿Tan bestias son Harry y Ron? ¿Quién demonios es Juan Tamariz? ¿Cómo se puede confundir un libro de adivinación con un manual? ¿Bea estará contratada a tiempo completo o hasta que a Mauri se le vaya la tontería? ¿Power Croqueta Ranger? ¿Eso que es? ¿Un Power Ranger que come croquetas o una croqueta que come Power Rangers? ¿A quién se le ocurre montar un restaurante-espectáculo en un colegio? ¿A quién se le ocurrió meter a Lourdes de stripper? Algunas de estas respuestas, atención que no prometo nada, se revelaran en el próximo capítulo.

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