viernes, 22 de enero de 2010

Cuentos Infantiles - Capítulo 5

Cuentos Infantiles

(Los personajes aquí mostrados pertenecen a sus respectivos creadores. Yo simplemente los tomo sin ánimo de lucro.)

Caperucita violeta

Había una vez una joven adolescente llamada Raven a la que todos llamaban caperucita violeta porque siempre llevaba una caperuza violeta. Un día, su madre le dijo:
- Hija, ve y llevarle esta lata de aceite a tu abuela, que no se lo ha cambiado desde hace años.
- ¿Y por qué no vas tú, madre?
- ¡Porque tengo muchas cosas importantes que hacer!
- ¿Cómo hacer el vago viendo la televisión?
- ¡Sí! Y vete ya, que la abuela espera.
Refunfuñando, Raven fue por el bosque sin saber que alguien la acechaba. Mientras, en su casa, la madre de Raven recuerda algo de repente.
- ¡Me olvidé de decirle a Raven que fuese por la tienda a comprar el pan! ¿Qué haré ahora?
¡Eso no, idiota! ¡Lo del lobo!
- ¡Ah, si! ¡Se me olvidó decirle que tuviese cuidado con el lobo! Bueno, que se busque la vida.
Que madre tan atenta. ¬¬U
Mientras, Raven iba por el camino del bosque molestando a conejos, mariposas y cualquier cosa que irradiase felicidad, pues a Raven no le gustaba eso, cuando, de repente (Aquí todo pasa de repente, ¿no?) un lobo verde y terrorífico salió de detrás de un árbol y empezó a gruñir. Cualquier persona normal se hubiera asustado, pero no Raven.
- ¿No te doy miedo? –Le preguntó el lobo.
- Si, tanto como un teletubbie.
De repente (Otra vez el de repente) el lobo se transformó en un chico de piel verde y sonriente… el chico, no la piel verde.
- No se me da bien asustar, ¿verdad? –Dijo el chico verde con una sonrisa.
- Deja de sonreír si no quieres que te destruya. Odio la felicidad.
- Y dime, ¿dónde vas tan sola?
- ¿Acaso te importa? –Y siguió su camino.
- Venga, por favor, dime dónde vas –De repente (¡Y dale con el de repente!) el chico mete una mano en su bolsillo y saca un CD-. Si me dices donde vas te daré este CD de Marilyn Manson.
Al oír las palabras “Marilyn” y “Manson” juntas, Raven dio media vuelta y cogió el CD.
- Ahora dime, ¿dónde vas?
- ¿Acaso dije que te lo diría?
- ¡Oh, venga ya!
- No me vas a dejar en paz hasta que te lo diga, ¿no?
El chico verde asintió.
- Voy a casa de mi abuela a llevarle esta lata de aceite.
- ¿Lo quiere para cocinar?
- No, es para ella. Lleva tiempo sin cambiarlo.
El chico verde no entendió eso último, pero aún así siguió hablando con Raven.
- Si quieres llegar antes coge ese camino de la derecha. Es un atajo.
- No tengo prisa.
- Ah, vale. –Y salió corriendo a la casa de la única anciana que vivía en el bosque, a la que todos llamaban la vieja de acero porque era un Robot.
Mientras, la madre de Raven veía su telenovela cuando, de repente (Esta palabra me suena de algo. ¬¬) se acordó de otra cosa.
- ¡Se me olvidó decirle a la abuela que Raven iba a llevarle la lata de aceite! Ahora le pedirá la contraseña y Raven no se la sabe… Bueno, que se busque la vida.
¿De veras hay madres así? ¬¬U
Cuando el chico verde llegó a casa de la abuela, llamó a la puerta suavemente y una voz de pito le respondió.
- Contraseña
- Soy Raven –Dijo el chico verde imitando a la perfección la voz de Raven.
- ¿Qué Raven?
- Tu nieta.
- ¿Qué nieta?
- La hija de tu hija.
- Ah… Contraseña
El chico verde se desesperó y gritó.
- ¡Ábreme la puerta, vieja senil!
- Correcto.
- ¿Era esa la contraseña? –Pensó el chico verde, asombrado.
La puerta se abrió y salió una figura corpulenta con peluca gris y delantal (Y toda la pinta de ser un hombre, si se me permite la observación).
- Uy, tu no eres Raven.
El chico verde se transformó en un tiranosaurus rex y se zampó a la abuela.
- Ahora, a esperar a Raven.
El chico entró, se puso la ropa de la abuela y se acostó en la cama, esperando a Raven.
Al cabo de una hora llegó Raven. Se nota que no tenía prisa, como dijo antes. Raven ni tocó a la puerta, solo entró y dejó la lata en la mesa.
- Ahí te dejo la lata, abuela. Adiós.
- ¿Ya te vas? –Dijo el chico verde, imitando la voz de la abuela- ¿Por qué no te quedas un rato con tu abuela?
- ¿Es necesario?
- ¡Sí!
- Vale –Raven se sentó en una silla al lado de la cama y se fijó en que su abuela estaba distinta-. Abuela, ¿te has hecho algo en el pelo?
- Si, me he hecho la permanente. ¿Me queda bien?
- Es espantoso. Parece que lo tienes verde. ¿Y que ha pasado con tus orejas? Son enormes.
- Son para oír mejor. Es que me estaba quedando sorda.
- Ah. ¿Y por qué tienes la piel verde?
- ¡Déjate ya de preguntitas! –El chico verde volvió a transformarse en tiranosaurus rex y devoró a Raven- La nieta tenía mejor sabor que la abuela. Vaya, que sueño. Dormiré un ratito. –Y se echó a dormir la siesta.
Un cazador que andaba por ahí y vio todo lo que pasó fue y entró a la casa (Sin permiso, que mal educado ¬¬) y vio al chico verde dormir tan tranquilo. Cogió y cuchillo y le rajó la barriga, de forma que pudieron salir tanto la abuela como la nieta (¿Cómo demonios cabían dos personas en un cuerpo tan pequeño?) y Raven, en venganza, llenó al chico verde la tripa de dinamita (¿Qué fue de las piedras del cuento original?).
- Así aprenderás, chico raro.
Después de ponerle el aceite a la abuela, Raven, la abuela y el cazador dejaron al chico verde al lado de un estanque. Al despertarse, el chico verde se extrañó de no estar en la casa de la abuela, pero sintió sed y fue a beber. Pero, antes de llegar al agua, estalló de repente (Con esta van seis veces) sin dejar rastro.
Y vivieron felices… bueno, felices no, porque Raven no quería que nadie fuera feliz así que nos saltamos eso y pasamos al comieron perdices.

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