viernes, 22 de enero de 2010

Cuentos Infantiles - Capítulo 6

Cuentos Infantiles

(Los personajes aquí mostrados pertenecen a sus respectivos creadores. Yo simplemente los tomo sin ánimo de lucro.)

La Lizzie durmiente

Érase una vez que se era, en un pueblo medieval en el que por desgracia no tenían Orbit White aún, los reyes habían hecho una fiesta en honor a su hija recién nacida, Lizzie.
- Oh, que hermosa niña nos ha dado Dios –Decía con voz rara el señor McGuire, el rey del pueblo-, ¿Verdad, oh, amada esposa?
- Sam, ¿se puede saber por que hablas así? –Le preguntó la señora McGuire, la reina, con la niña en brazos.
- Es que no se actuar.
- Eso ya se nota. Ah, y por cierto, la niña la parí yo. Dios no hizo nada, así que no viene a cuento.
En lo que discutían, llegaron las tres hadas Mirandas; Miranda Uno, Miranda Dos y Miranda Tres.
- Oh, amada esposa, ya han llegado las tres hadas Mirandas.
- ¡Sam! Deja de hablar así, me pones de los nervios.
Miranda Uno se adelantó y dijo:
- ¿Podemos empezar ya? Es que tenemos que ir al concierto de los Back Street Boys.
- ¡Los Back Street Boys! ¡Aaaaaah! –Gritaron las tres hadas madrinas.
- Están locas –Dijo la reina-. Venga, acabad pronto, que tengo que ir a ver mi telenovela y saber si Carlos José se queda con María Claudia o resulta que es gay y escoge a Guillermo Sebastián.
- ¿Cómo? –Dijeron las hadas.
- ¿Pero vais a empezar o no?
Miranda Uno se adelantó y puso su varita mágica sobre la niña.
- Mi don será que tenga una voz melodiosa.
Miranda Dos hizo lo mismo y dijo:
- El mío será que nunca tenga problemas.
Pero cuando Miranda Tres fue a darle su don, una nube de humo entró y apareció Kate, la chica más popular, la bruja más malvada además de animadora.
- ¿Cómo es que nadie me ha dado invitación a mí, la chica más popular, la bruja más malvada además de animadora, para esta fiesta? ¡Pues como castigo mi don será que los otros dos quedan anulados y como soy animadora puedo dar un segundo don y es que, cuando cumpla los 14 años, se pinchará con una aguja y morirá! ¡Jajajajaja! ¡Pero que malvada soy! –Y se tomó un chicle Orbit White para mejorar su sonrisa- Toma Orbit White y serás más guay, no tanto como yo, pero casi. –Y desapareció.
- Oh, esposa, ¿qué haremos?
- ¡Sam!
- Vale, solo intentaba hacer mi papel.
- Hadas Mirandas, ¿qué podemos hacer?
Miranda Tres se acercó y dijo:
- Usaré mi don para ayudarla –Se acerca a Lizzie y blande la varita-. Mi don es que… ¡la niña tendrá su propio dibujito animado!
- ¡Miranda Tres!
- Vale, vale. Mi don será que, cuando se pinche el dedo, no morirá, sólo quedará en coma y el beso de un estudioso la despertará.
- ¿Un estudioso? ¿Y qué pasa con el príncipe de siempre?
- Créame, ya no quedan príncipes por ninguna parte. Por cierto, ¿no tienen Orbit White? Por que, ya saben.
- ¡Con Orbit White serás más guay! –Gritó todo el castillo a coro. (¿No se suponía que no se había inventado aún? Bueno, así es mejor)
Para evitar que su hija se pinchase con una aguja, las hadas Mirandas se encargaron de cuidar a la niña en una casita en el bosque.
Y así pasaron los años hasta el día antes de que cumpliera los 14 años. Las hadas Mirandas decidieron hacerle una tarta de cumpleaños pero sin magia, ya que Lizzie no debía saber que eran hadas, así que, cuando Lizzie preguntó por qué eran idénticas le dijeron:
- ¡Somos trillizas!
- ¿Y por qué os llamáis Miranda Uno, Miranda Dos y Miranda Tres?
- ¡Nuestra madre tenía poca imaginación!
- Ah. ¿Y por qué vivo como una campechana si soy hija de reyes?
- ¡Deja de hacer preguntas!
- Vale, vale. Histéricas. –Murmuró.
Cuándo las hadas intentaron hacer la tarta se dieron cuenta de que no sabían cocinar.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- Tranquila, no creo que sea tan difícil. Solo hay que seguir las instrucciones de este libro. “1001 recetas para toletas” de Carlos Arguiñano. ¡Y mirad! Viene con video de demostración y todo.
- Miranda Tres, no se si lo sabes, pero estamos en la edad media. Aún no se ha inventado el video, así que no nos sirve.
- Pero aún así tenemos el libro. Empecemos. “Preparativos: 100 mg de harina”. Necesitamos harina.
- ¡Voy! ¡Aquí está!
- Bien. “Dos cucarachas de azúcar”.
- ¡Marchando…! ¿Eh? ¿Dos cucarachas?
- ¡Uy! Me equivoqué al leer. Son dos cucharadas.
- Menudo susto me has dado, hermana.
Y así estuvieron intentando hacer la tarta… pero se quedó en “intentaron”, porque la tarta era una auténtica…
- ¡Catástrofe! Mira, a la porra el libro. Lo haremos con magia. –Blandió la varita y apareció una tarta digna de una boda real.
Pero lo que no sabían era que, fuera, había un chico con alas negras y muy guapo (Digamos que era el cuervo que salía en la peli de Disney, pero aquí es Ethan Craft… ¿Había un cuervo en la “Bella durmiente”?) que había visto todo y fue a avisar a Kate.
- Las he descubierto, mi señora. Están en una casita en el bosque.
- ¡Perfecto! Como premio, toma, un cachito de Orbit White.
- ¡Bien! ¡Con Orbit White seré más guay!
- Pero recuerda esto…
- Ah, sí, que no me descubran, porque si no, el plan para hacerse con el castillo no funcionará. Lo tengo todo memorizado. Adiós. –Y se marchó volando.
- No, lo iba a decir es que nunca sería más guay que yo. Aunque eso que ha dicho también vale.
Y así fue como Ethan, el chico-cuervo, siguió a Lizzie y las hadas Mirandas hasta el castillo al día siguiente, donde se iba a celebrar el cumpleaños de Lizzie y dónde le presentarían a su prometido.
- ¿De veras tengo que elegir marido ya?
- No. Ya está elegido.
- ¿Y si no me gusta?
- Pues te aguantas.
- Al menos me daréis un Orbit White, ¿no?
- ¡Tú sabes lo caro que cuesta eso?
- Vale, vale. Me he enterado… ¡No me queréis! –Y empezó a llorar.
- ¡O te callas o te mandamos al Rancho Neverland con Michael Jackson!
Lizzie se calló al instante. A Ethan, que estaba en un árbol, se le erizaron los pelos al oír la amenaza.
- ¡Qué miedo! Es peor que con la que me amenaza la bruja.
Flashback.
- ¡Si no descubres donde vive Lizzie pronto te mandaré al Coco!
- ¡No! ¡El Coco no!
- ¡Pues se útil y tráeme un Orbit White para ser más guay!
Fin del flashback.
A Ethan se le volvieron a poner los pelos de punta.
Cuando llegaron al castillo, a Lizzie la dejaron en su cuarto para que se preparara para la fiesta, con tan mala suerte, que apareció Kate con una aguja y unos bordados.
- ¿Y tú quién eres?
- Soy la tejedora del pueblo. ¿Quieres coser conmigo? ¡Es divertido!
Cuándo Lizzie fue a coger la aguja, se pinchó y cayó al suelo, muerta.
- ¡Jajajajaja! ¡De veras que soy malvada! – volvió a tomarse otro Orbit White para mejorar todavía más su sonrisa- Y recuerda, si quieres ser casi tan guay cómo yo, toma Orbit White. –Dicho esto, desapareció.
Cuando encontraron muerta a Lizzie, recordaron la maldición (¡Qué despistados! ¡No se acordaban! ¿Entonces por que la mandaron con las hadas?) y decidieron poner a Lizzie en una torre esperando la llegada del estudioso que se suponía que la salvaría.
Mientras, no muy lejos de allí, se encontraba un chaval que era muy estudioso. ¿Sabéis por qué era tan listo? ¡Porque todos los días masticaba Orbit White, que, además de hacerte más guay, también te hace más listo! El chaval en cuestión, que se llamaba David Gordon pero todos le llamaban Gordo aunque fuese más flaco que una escoba pero es que Gordo sonaba más corto que David Gordon así todo junto, (¿Todo eso lo dije sin una coma?) había oído hablar de la maldición de la princesa y decidió deshacerla… porque si lo hacía aprobaba su examen de iniciación a príncipe encantado y le daban una cajita de Orbit White.
Pero lo que el chaval no sabía era que Kate, la más popular y malvada además de animadora le había preparado una trampa. Había cubierto el castillo con un enorme bosque de espinas, pero con ayuda de Pétalo, Burbuja y Cactus que no se que pintan en este cuento pero lo que importa es que logró llegar hasta la entrada donde Kate, la popular y malvada bruja además de animadora, le esperaba.
- Aparta de mi camino, marioneta de la sociedad.
- ¿Qué me has llamado? ¡Pues ahora me convertiré el ser más horrendo de la tierra y te destruiré!
La malvada animadora se transformó en… ¡Tudgmen!
- ¡Chewbacca mola!
- ¡Aaaaaah! ¡Tudgmen! No importa, tampoco da tanto miedo.
De repente Tudgmen pone la voz de Darth Vader.
- ¡Yo soy tu padre!
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Tanto miedo tenía que lanzó la espada sin querer y, por casualidades de la vida, que mira tú que son muchas, le dio a Tudgmen en medio del pecho, haciendo que este desapareciera.
- ¿De veras que lo he vencido?
Y subió hasta la torre, besó a Lizzie… pero no despertó…
- ¿Por qué no despierta? ¡Ah, claro! Me olvidaba de los Orbit White.
Se tomó un Orbit White y volvió a besar a Lizzie. Esta vez si despertó.
Y así vivieron felices, masticaron Orbit White y el Orbit White se comercializó en todo el reino.

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